GARA
BERLÍN

Se aviva la batalla del gas entre la UE, Rusia y EEUU

Las sanciones de EEUU a las empresas que participan en el gasoducto Nord Stream 2 han soliviantado a la Unión Europea y a Rusia. Calificadas como interferencia en los asuntos internos de la UE, llegan precisamente tras el acuerdo para el tránsito de gas ruso por Ucrania. Una maniobra para tratar de abrir el mercado europeo al gas licuado estadounidense. En el centro de la batalla económica y geopolítica entre Washington y Bruselas se coloca ahora el gas.

Tanto la Unión Europea, liderada por Berlín, como la Federación Rusa criticaron ayer enérgicamente a Estados Unidos por la imposición de sanciones a las empresas que trabajan en la construcción del gasoducto Nord Stream 2, que transportará gas desde Rusia hasta Alemania a través del mar Báltico.

«Las sanciones afectan a empresas alemanas y europeas, y constituyen una interferencia en nuestros asuntos internos», declaró Urilke Demmer, portavoz de Angela Merkel. En el mismo sentido respondió el vicecanciller alemán y ministro de Hacienda, Olaf Scholz, en la televisión pública, subrayando que las sanciones son «una intervención seria en los asuntos internos de Alemania y Europa». En cuanto a posibles represalias, Scholz excluyó que el Gobierno de Merkel tome contramedidas y dejó la respuesta en manos de las empresas sancionadas.

Desde Moscú, la portavoz del Ministerio de Exteriores, Maria Zajarova, comentó que resulta «particularmente incomprensible» que se justifiquen las sanciones como un apoyo de EEUU a Ucrania en su conflicto con Rusia, cuando precisamente el viernes se firmó un memorando de entendimiento entre Moscú y Kiev para extender cinco años más el tránsito de gas ruso a través de Ucrania. El nuevo acuerdo garantiza un volumen mínimo de 65.000 millones de metros cúbicos el primer año y 40.000 millones los restantes.

Además, las empresas gasísticas de ambos países, Gazprom y Naftogaz, llegaron a un acuerdo por el que el gigante ruso pagará a su contraparte ucraniana 2.900 millones de dólares de la multa impuesta por el Tribunal de Arbitraje de Estocolmo en febrero del pasado año y, a cambio, Naftogaz se compromete a retirar el resto de demandas pendientes que ha ido presentando en diferentes instancias internacionales.

Los portavoces rusos hablaron abiertamente de «competencia desleal». Consideran que las sanciones son una maniobra cuyo único fin es vender en Europa el gas licuado estadounidense, que es más caro.

El acuerdo cerrado con Ucrania el viernes viene a corroborar las palabras del presidente ruso, Vladimir Putin, que ha señalado repetidamente que el gasoducto Nord Stream 2 es un proyecto «puramente comercial» que no pretende cortar el paso del gas a través de territorio ucraniano.

Según los datos de la Comisión Europea para el tercer trimestre de 2018, casi la mitad de las importaciones de gas provinieron de Rusia (47%). Un tercio aproximadamente (34%) se importó de Noruega y el resto fue, fundamentalmente, gas natural licuado procedente de Qatar (11%) y del norte de África (8%). Las ventas estadounidenses a la UE apenas alcanzaron el 3% del total. La Comisión destaca que aumentaron sensiblemente a partir del tercer trimestre de 2018, a raíz de la ofensiva comercial que lanzó EEUU, apoyada por el presidente Donald Trump, para tratar de lograr nuevos mercados para sus exportaciones de gas licuado.

Afección en las obras

Las compañías que participan en la construcción del gasoducto Nord Stream 2 trabajan para concluir lo antes posible las obras y de este modo tratar de minimizar el impacto de las sanciones, según declaró a la agencia rusa de noticias TASS un representante del consorcio que construye el gasoducto.

No obstante, ese portavoz reconoció que la compañía suiza Allseas, especialista en la construcción submarina, ha detenido los trabajos de tendido del gasoducto «a la espera de recibir explicaciones jurídicas, técnicas y ecológicas» por parte del Gobierno estadounidense.

En este proyecto participa el consorcio ruso Gazprom junto a las empresas alemanas Wintershall Dea y Uniper, la anglo-neerlandesa Shell, la francesa Engie y la austriaca OMV.

Se estima que invertirán casi 10.000 millones de euros en la edificación de esta infraestructura. Tendrá 1.255 kilómetros de longitud, de los que aproximadamente el 90% está ya construido. Se espera que entre en servicio a principios del año que viene y aportará capacidad para transportar 55.000 millones de metros cúbicos por año.