M. ISASI
BILBO
INFORME DE CAMINANDO FRONTERAS

Políticas de muerte en la «necrofrontera» sur de Europa

Las políticas migratorias de la UE, que ponen la seguridad de su territorio por encima del derecho a la vida, han convertido en una «necrofrontera» la llamada Frontera Sur y provocan desconfianza en el propio proyecto comunitario. Caminando Fronteras cifra en al menos 1.020 las personas muertas y desaparecidas entre enero de 2018 y abril de 2019.

El mismo día en que la ONG Caminando Fronteras presentaba en Bilbo su informe “Vida en la necrofrontera” para denunciar las política que ponen la seguridad y el control migratorio sobre el derecho a la vida de las personas en movimiento, se conocían dos nuevos tragedias relacionado con la inmigración, en Lanzarote y París.

Caminando Fronteras recibió ayer una llamada de auxilio de una patera a la deriva, que se había quedado sin gasóleo y en la que una mujer estaba dando a luz. Salvamento Marítimo rescató a los 43 ocupantes de la embarcación, que partió el 5 de enero de Marruecos, a 27 kilómetros de Lanzarote, pero no pudo hacer nada por el bebé, que no sobrevivió.

También ayer fue localizado el cuerpo sin vida de un niño de unos 10 años en el tren de aterrizaje de un avión de Air France que aterrizó en París proveniente de Abidjan, capital económica de Costa de Marfil.

Coincidiendo prácticamente en el tiempo, Helena Maleno presentaba en Bilbo el último informe de Caminando Fronteras, organización no gubernamental que trabaja en la protección de los derechos de las personas migrantes, la sensibilización, la denuncia y el apoyo a las redes migrantes. En él se analiza el impacto de las políticas de seguridad y control migratorio sobre las personas y desvela políticas orientadas a «causar la muerte», ya sea directa o indirectamente, de las personas que huyen de la violencia, la persecución o la pobreza en sus países de origen en busca de un futuro y una vida digna.

A través de testimonios de personas que han logrado o no llegar a Europa, el documento "Vida en la necrofrontera" denuncia las políticas que «hacen morir o dejan morir» a las comunidades migrantes. Esas que ponen la seguridad y el control por encima de la vida y se construyen y aplican en base a discursos falsos como la lucha contra el «terrorismo», las mafias, la trata de personas y el «efecto llamada» o los discursos economicistas de la regulación de las migraciones vinculada al mercado laboral y los discursos neocoloniales que sostienen la externalización de fronteras.

«A merced de todo»

«Era de noche. Nunca vi una noche tan oscura como aquella. Mi primera noche en la frontera. Todas las noches que pasaba en las fronteras eran oscuras, pero esta lo era aún más, la más negra, mucho más negra que mi piel. La primera vez fue de Mali a Argelia. Pensaba que la frontera era una línea, pero era mucho más: son los bandidos, los policías, los militares, los perros, las vallas, la moto mafia, las armas. Pero también es el miedo, el corazón que se acelera, el cuerpo que tiembla, los ojos que se cierran, la voz que se apaga. En ese momento tu cuerpo está a merced de todo, absolutamente de todo», relata F. S, una migrante camerunesa.

«La primera vez fue de Mali a Argelia. Claro que la recuerdo, por mi cuerpo pasaron varios militares, eso era la frontera. Pasaron, follaron y dejaron un bebé dentro. Mi bebé de frontera. Después fue la de Argelia y Marruecos. Los perros de los militares argelinos me mordieron las piernas y me partí un brazo al caer en la zanja. Pero aquella noche era más oscura. Nos habían llevado al borde del agua para cruzar. La zodiac no era buena, pero subimos. De repente empezó a perder aire. La noche era tan oscura y hacía tanto frío, que no puedo decirte cuándo caía la gente al agua. Pedíamos socorro, pero no llegaban. Iban cayendo, y yo pensaba que sería la próxima. Me abrazaba a mi bebé, me dije que el bebé moriría en esta frontera. Lo llevaba atado muy fuerte, pero nos hundíamos. No recuerdo el rescate, sólo el hospital. Habíamos sobrevivido, pero no sabía cuántos habían muerto. Las familias llamaban y nos preguntaban quiénes estábamos vivos y por qué habían muerto. Yo les decía: ‘los mató la frontera’. Porque si no hubiésemos estado ahogándonos en una frontera, hubiesen venido a salvarnos. Las familias no entendían por que es complicado comprender algo así, a mí me ha llevado años aprender lo que significan las fronteras en nuestras vidas migrantes», sostiene.

El de F. S. es uno de la treintena de testimonios recogidos en el informe. Historias de dolor, pero también de resistencia, sobre todo en el caso de las mujeres que, según explicó Maleno, son conscientes de que pagan un doble precio, con dinero y con su cuerpo.

«Alarma migratoria»

En 2018 se puso el foco de la «alarma migratoria» de la Frontera Occidental con África, lo que comúnmente se conoce como Frontera Sur, que ha servido para aumentar el control y blindar ese paso. Marruecos cifró en 89.000 las personas interceptadas y el Ministerio español de Interior, en 57.498 las que llegaron a costas españolas. Pero Maleno hizo hincapié en la cifra que no mencionan, la de los 1.020 muertos (204) y desaparecidos (816) entre enero de 2018 y abril de 2019, periodo en el que se produjeron 70 naufragios en las distintas rutas para alcanzar las costas del Estado español, donde 12 embarcaciones siguen desaparecidas. «Un 70% desaparecieron en 2018», constató.

Denunció Maleno que el Gobierno español «se da golpes en el pecho» porque el número de llegadas ha caído un 60%, pero le recordó que en 2019 se registaron al menos 843 desaparecidos (82%), más que en el 2018.

Tiene claro que no hay rutas seguras para las personas migrantes porque no interesa, porque «no hablamos de la Europa de los derechos humanos sino de la Europa de los privilegios de unos sobre otros, de la Europa que los quiere esclavos».

La ONG destaca que el trato a los supervivientes es similar en Argelia, Marruecos y el Estado español: asistencia sanitaria pero no en todos los casos, falta de asistencia sicológica y aplicación de las leyes de extranjería. Y reclama poner en valor la dignidad de las personas muertas y desaparecidas y apoyar a sus familias en la búsqueda e identificación de los restos.

«Las familias siguen llamando. Cada día», señaló Maleno, que estuvo acompañada por el ararteko, Manu Lezertua, y las activistas de Ongi Etorri Errefuxiatuak Cristina García de Andoin y Ana Elena Altuna.

Asegura el informe que en los procesos de acogida se produce una infantilización de las personas migrantes, que pasan de la criminalización a convertirse en un número, y denuncia las prácticas de control en el caso de caso de las mujeres, con las que no se trabaja sicológicamente tras ahondar en las violencias sufridas y a las que no se proporcionan espacios seguros, y en el de los menores migrantes, ya lleguen acompañados o no.

«El sistema de acogida tiene un marcado sesgo de beneficencia, puesto que no logra que las personas accedan a plenos derechos», señala Caminando Fronteras en su documento.

Plantar cara

En cualquier caso, la ONG llama a plantar cara al «necropoder» a través de la resistencia, y defiende que «las primeras personas defensoras de sus derechos son las mismas personas migrantes y sus familias, que se enfrentan a la criminalización por ejercer su derecho al movimiento». Una persecución que también se dirige contra los activistas y defensores de los derechos de los migrantes, como ha sido el caso de la propia Meleno, sobre quien pesó durante dos años la acusación de fomentar la inmigración irregular y el tráfico de personas por su actividad de apoyo a los rescates.

La activista de El Egido insistió en que en ningún caso el control migratorio puede estar por encima del derecho a la vida y en que hay que evitar más tragedias en la Frontera Sur; en la urgencia de dar un trato digno a los desaparecidos y restos sin identificar, y en proteger los derechos de los familiares –incluida la extensión de visados– en la búsqueda de sus seres queridos así como los derechos de los supervivientes.

Helena Maleno subrayó que el informe "Vidas en la necrofrontera" pretende recuperar la memoria colectiva, salvaguardar el derecho a conocer la verdad, a construir la reparación y buscar con ahínco la justicia sobre los muertos y desaparecidos.