Oihane LARRETXEA
DONOSTIA

Una sombra inabarcable

Pocos pintores han agitado tanto la obra ajena como Francisco Goya (1746-1828). Han transcurrido 200 años desde que realizó las «Pinturas Negras» a orillas del Manzanares y su sombra sigue hoy latente en artistas contemporáneos. Al hilo del aniversario, Kubo Kutxa presenta una exposición compuesta de 91 piezas donde 53 artistas reinterpretan la mirada de aquel genio que fue revolucionario en el fondo y en la forma. Se podrá visitar hasta el 12 de abril.

Quizá fue una premoción o un simple capricho del destino que Francisco Goya (Fuendetodos, 1746-Burdeos, 1828) habitara la Quinta del Sordo, una finca a la orilla del río Manzanares, en Madrid. Porque lo cierto es que la enfermedad que lo dejaría sordo llegó tiempo después. Fue allí, entre aquellas cuatro paredes, donde uno de los mayores referentes de la pintura realizó las llamadas “Pinturas Negras”, en 1819. Se han cumplido 200 años de aquellas obras que aún hoy siguen agitando y conmoviendo. Concienciando y señalando a quien las observa. Porque quien las contempla no las olvida. En 1874 fueron pasadas a lienzo por Salvador Martínez Cubells, conservador del Museo de Prado. Es allí donde reposan.

Al hilo del redondo aniversario, Kubo Kutxa nos propone de la mano de la comisaria Oliva María Rubio una exposición que recoge la influencia que ha tenido el pintor en la obra de otros artistas. “El sueño de la razón. La sombra de Goya en el arte contemporáneo” ha reunido 91 obras de 53 artistas, creadas entre 1960 hasta la actualidad. Y se puede afirmar, con rotundidad, que «la influencia de Goya sigue siendo absolutamente tremenda en el arte posterior», sostiene Rubio, Doctora en Historia del Arte.

El pintor fue «un hijo de la Ilustración, creía en la inteligencia, en la fuerza de la luz sobre las sombras, en la razón y en el progreso. Realmente se apasionó con la posibilidad de cambiar la sociedad y nuestro mundo», relata. Aquellas aspiraciones, aquellos sueños no pudieron culminarse; de hecho, la desilusión del fracaso de ese progreso, de los ideales de igualdad, lo reflejó en las “Pinturas negras”.

Las injusticias o las guerras también le conmovieron. Fue revolucionario en el fondo y en la forma. Sus cuadros bélicos no hablaban, como hasta entonces lo hizo la pintura, de la exaltación del poder. «Goya introduce nuevos elementos, que es lo que hace que haya tenido tanta influencia posterior. Por ejemplo, él rompe con la norma académica para introducir una mirada mucho más interior, más realista de los conflictos bélicos. In troduce lo subjetivo, lo deforme, lo grotesco, la pesadilla, el sueño… y esto es lo que hace que autores como André Malraux lo señalen como ‘el primer pintor moderno’ y que Valeriano Bozal hable de él como ‘el icono del arte que proyecta su larga sombra sobre el arte posterior’. Él introduce una serie de elementos propios de la contemporaneidad, pero lo hace a finales del siglo XVIII y parte del XIX», subraya la comisaria.

El arte, hijo de su tiempo

Cabría preguntarse por qué la sombra de Goya llega hasta los tiempos actuales. «Si nos planteamos que el arte es hijo de su tiempo, desgraciadamente el siglo XX ha visto dos guerras mundiales, la Revolución soviética, la Guerra del Golfo, la Guerra de Yugoslavia… toda esta problemática, esa civilización que se pretendía con el Siglo de las luces que no se consiguió es algo que desgraciadamente sigue aconteciendo y, por tanto, muchos artistas siguen reflejando en sus obras esta crítica feroz a la guerra y a las consecuencias que acarrea…». Y por eso mismo, en varias de las obras recogidas en Kubo Kutxa «la referencia es absolutamente directa». Por ejemplo, “Los fusilamientos” o “La lucha con los mamelucos” son obras con las que muchos de los artistas hacen un parangón y la contraponen con imágenes de la actualidad.

La exposición, que estará abierta hasta el 12 de abril, se plantea en cinco secciones temáticas siguiendo las series que Goya hizo a partir de 1792, una vez queda sordo. “Los Caprichos”, “Los desastres de la Guerra”, “Los disparates”, las “Pinturas Negras” y otras obras como “El 3 de mayo en Madrid” conocida también como “Los fusilamientos”. «Todas estas fueron obras que no obedecieron a ningún encargo. Hasta entonces, básicamente, trabaja por encargo, haciendo retratos de la corte, de los nobles, de sus amigos. Pero a partir de la sordera realiza estas series en las que su libertad es absoluta y su imaginación se despliega de una forma bestial». “Los disparates”, por ejemplo, es lo último que hace antes de huir a Burdeos. «Todos los monstruos que llevaba en su cabeza los despliega. Es la serie más difícil de penetrar, opina Rubio.

En “Los caprichos”, sin embargo, recoge su contacto con los ilustrados de la época: Cea Bermúdez, Melendez, Jovellanos, Moratín… realmente se apasiona con la posibilidad de cambiar el mundo. «En estos grabados diseccionó la sociedad española, criticó ferozmente las desigualdades, la violencia, la religión y la propia Inquisición, quien lo reclamó en 1815 por pintar “La maja desnuda”. Aquelló resultó obsceno en ciertas cabezas». De hecho, en 1824 huye a Burdeos, donde fallece cuatro años después, «porque sus ideas no se comparten con la vuelta del absolutismo de Fernando VII».

Relecturas

Las 91 obras plantean una reflexión. Al entrar a la sala llama la atención la instalación que propone Pilar Albarracín, en la que un burro corona una montaña de libros. La obra “Asnería” es «una sátira de la cultura actual, una crítica a la formación y transmisión del conocimiento», es una mirada contemporánea de la crítica que hacía Goya a «maestros y médicos ignorantes y nobles que explotaban con sus rentas y derechos señoriales a los campesinos».

Rubio desarrolla, entre otras, la pieza de Yasumasa Morimura, que reinterpreta lo que sostenía Goya: que el sueño de la razón produce monstruos. «Es una critica a los ídolos, no podemos hacer mitología y conformarnos con eso, tenemos que estar continuamente conscientes y no dormirnos porque al final todo puede producir monstruos, tanto en la religión, que era uno de los aspectos que más criticaba, como en la razón».

“Duelo a garrotazos”, que reinterpreta de una forma imponente Simon Edmondson, “Perro semihundido”, “Saturno devorando a sus hijos” o “La maja desnuda” son obras que otros artistas han traído con una mirada propia y contemporánea, como Zoran Music, Fernando Sánchez Castillo, Rogelio López Cuenca, William Kentridge, Blanca Muñoz o Mounir Fatmi, que también quedaron rasgados y atrapados por la sombra de Goya. 200 años después.