Aitor AGIRREZABAL
CICLismo

Los organizadores luchan por reubicar sus carreras en 2020

Los responsables de las principales carreras ciclistas internacionales, a la espera de ver la evolución del coronavirus, están inmersosen una competición por reubicar sus pruebas en el calendario de 2020. Las grandes vueltas y principales clásicas parten con ventaja.

Las competiciones deportivas, al igual que muchos otros aspectos de la vida, están en stand by debido a la crisis sanitaria provocada por el coronavirus. En el caso del ciclismo, no se sabe cuándo se podrá retomar la competición ni tampoco en qué condiciones. Mientras tanto, los ciclistas se adaptan a las restricciones o a las oportunidades que les ofrecen las medidas impuestas en cada lugar.

Cualquier temporada estándar suele estar mediatizada y condicionada por el Tour. Y parece que esta vez no será distinto. El coronavirus ha dejado en suspenso el calendario desde que se disputase la París-Niza a principios de marzo y la Unión Ciclista Internacional (UCI) ya ha anunciado que no habrá carreras ni en abril ni en mayo. A partir de ahí, habrá que ver.

La ministra francesa de deportes, Roxana Maracineanu, se apresuró ante las preguntas de los periodistas (todo hay que decirlo) a no descartar la celebración de un Tour a puerta cerrada. Sin embargo, el director de la Grande Bouclé, Christian Prudhomme no está por la labor. Por el momento mantiene las fechas de disputa entre el 27 de junio y el 19 de julio, pero ha reconocido trabajar con otras fechas dentro del verano. ASO, organizador del Tour, ya se ha marcado el 15 de mayo como fecha límite para tomar una decisión.

“La Gazzetta dello Sport” se ha aventurado a afirmar que la prueba francesa comenzará el 18 de julio, para finalizar el 9 de agosto, que la Vuelta contará con una versión recortada que daría inicio una o dos semanas después y que el Giro cruzará Italia en octubre, después de los campeonatos del mundo. Desde luego, el Stelvio de la 18ª etapa y el Agnello y el Izoard de la 20ª están intransitables en esas fechas. Con un recorrido alternativo, quizá. El Giro de 2019, sin ir más lejos, ya situó su “Cima Coppi” en el Passo Manghen, a 2047 metros, por lo que no es descartable un recorrido sin las cimas más altas. Además, el rotativo italiano goza de buena relación con la organización de la corsa rosa, por lo que la información podría darse por buena. Sin embargo, más parece un globo sonda por ver dónde puede colocarse la prueba.

Filtrando calendarios

Cabe recordar que, a pesar de que la temporada se dispute bajo la regulación de la UCI, los dos grandes organizadores son ASO (Tour y Vuelta) y RCS (Giro), que además de las grande vueltas, son dueños de buena parte de las carreras World Tour. Si bien suelen ser socios bien avenidos para repartirse el pastel de cada temporada y se dividen el calendario, las circunstancias especiales de este 2020 han hecho que cada uno trate de situar sus pruebas. Según las informaciones publicadas en medios especializados en ciclismo, la UCI trabajaría con un calendario acorde a lo publicado por “La Gazzetta dello Sport”, añadiendo una temporada de clásicas que comenzaría en Donostia el 25 de julio y que coincidiría en el tiempo con la Vuelta: 9 de agosto Tour de Flandes, 16 de agosto París-Roubaix, 30 de agosto Amstel Gold Race o 6 de setiembre Liege-Bastogne-Liege, dejando para después del Giro Strade Bianche y Lombardía.

Las últimas en anunciar su suspensión han sido el Criterium de Dauphiné y el Tour de Suiza. Dos pruebas que los mejores “vueltómanos” del pelotón suelen utilizar para preparar el Tour. Llegar a la carrera francesa sin apenas haber competido no parece tampoco el escenario ideal para ningún corredor.

Sin embargo, el ciclismo es un deporte global y no todos los ciclistas están enfrentando las mismas restricciones. Así, mientras vemos a la mayoría del pelotón echar mano del rodillo, holandeses y belgas, entre otros, tienen permiso para salir a entrenar. Imanol Erviti, del Movistar, consciente de que sus entrenamientos sobre rodillo «van para largo» reconoce «una envidia terrible» cuando ve a compañeros y rivales sin restricciones para salir a entrenar, pero asume que hay que ser «corresponsables». Alguno ha aprovechado la ocasión para hacer lo que no se podría permitir en época de carreras: el flamenco Olivier Naesen (AG2R) sustituyó todas las clásicas del norte por un entrenamiento de 365 kilómetros. Veremos resultados.

 

Entrenamiento en confinamiento: más calidad y menos cantidad

El confinamiento también está provocando nuevas rutinas para el pelotón ciclista profesional. Es el caso del navarro de Movistar, Imanol Erviti, que explica a GARA cómo está afrontando estos días encerrado en casa. El ciclista echa mano de un rodillo «que es una maravilla, puedes simular carreras y hacer recorridos». De hecho, a pesar de no hacer tantas horas como haría en carretera, la calidad de los entrenamientos sí que es equivalente. A pesar de ello, reconoce que entrenar en casa, para quien habitualmente trabaja al aire libre, «es más duro mental que físicamente».

El navarro acostumbra a realizar dos sesiones diarias. Una primera de una hora en ayunas «para exigir al metabolismo de las grasas, que es lo que harías trabajando fondo» y, tras desayunar y descansar un rato, se sube otras dos horas a su bicicleta. Además, uno de cada dos días realiza una hora de “core” y trabaja la fuerza en las piernas con el material de gimnasio que tiene en casa. Así, alterna días de carga con días más tranquilos. A.A.