Amaia U. LASAGABASTER
Athletic

Un día para la historia

35.000 aficionados disfrutaron hace 17 años en San Mamés con el primer título de Liga del Athletic femenino.

El 27 de abril de 2003, el Athletic goleaba al Híspalis en un día para la historia. Conquistaba la primera de sus cinco Ligas, un logro del que nadie más puede presumir aún, en el vejo San Mamés. Y lo hacía ante 35.000 espectadores, un récord mundial entonces en el fútbol femenino de clubes y que en la Liga no fue superado hasta la temporada pasada.

Esa historia había empezado a escribirse mucho antes. Antes incluso de que el 6 de octubre de 2002, el Athletic femenino disputara su primer partido oficial. Habría que irse hasta los años 70, cuando el Sondika daba sus primero pasos. O, como mínimo, hasta que, acabando el siglo pasado, buena parte del grupo que llegó a la elite con aquel equipo creó, de la mano del Ayuntamiento de Leioa, el Leioako Emakumeen Taldea. En dos temporadas no sólo volvió a plantarse en Primera –llamada entonces Superliga–, sino que alcanzó un acuerdo para integrarse en el Athletic, que llevaba ya un tiempo trabajando en la posibilidad de crear una sección femenina. La culminación, a falta de lo que todavía estaba por llevar, a «muchos años de trabajo en el campo pero también de penurias, de tocar puertas, de pedir balones, de superar obstáculos... Todo aquello dio sus frutos y nos vino bien porque se notaba en el campo todo lo que habíamos hecho para llegar allí», recuerda Nerea Onaindia, una de las grandes artífices del proyecto y también de los grandes nombres del Athletic.

Fue prácticamente el mismo equipo, liderado en el banquillo por Iñigo Juaristi, el que cambió la camiseta azulgrana del Leioa por la rojiblanca. 17 futbolistas a las que se unieron otras cinco llegadas de Añorga, Bizkerre y Eibartarrak. Arribaban a una competición en la que el Levante había tomado el relevo de Añorga, Oiartzun y Oroquieta como dominador del fútbol estatal, con permiso de Espanyol, Irex o el más efímero Sabadell. Ninguno de ellos pudo con un Athletic que en la temporada de su debut apenas perdió un partido y que convirtió Lezama, siempre abarrotado, en un fortín: sólo Levante y, de forma inesperada, Belén, consiguieron rascar allí un empate.

Debut en San Mamés

Quizá por eso, hubo quien se llevó las manos a la cabeza cuando el club planteó al equipo la apertura de San Mamés para disputar la antepenúltima jornada de Liga para recibir al principal rival por el título, el Puebla. «Se generó cierta polémica, a ver si se nos iba a hacer grande, aunque curiosamente en aquel momento el campo 2 de Lezama era más grande que San Mamés, era más ancho», recuerda Iñigo Juaristi. «Es verdad que no es lo mismo Lezama a tope, que era impresionante verlo, que 8.000 personas en San Mamés, que es más gente pero parece más vacío. Y además en casa teníamos aquella sensación de que éramos invencibles. Porque teníamos mucha calidad pero sobre todo físicamente éramos mucho más poderosas que cualquier otro equipo. Y como casi todos los equipos jugaban en hierba artificial y dimensiones más pequeñas, llegaban a Lezama y les pasábamos por encima, acababan reventadas. Así que había gente con dudas».

Dudas que duraron poco ante una oferta tan irresistible. «No se podía jugar en los dos sitios, así que nunca íbamos a saber qué habría pasado en el otro. Además venía el líder, nos podía ganar aquí o allí. Les dije a las jugadoras ‘¿sabéis cuándo vamos a tener esta oportunidad otra vez, algo con lo que ha soñado todo el mundo?’ Quizá nunca. Y decidimos jugar. La verdad es que podía haber salido mal, quién lo sabe».

Pero salió bien. 23.000 espectadores disfrutaron con la goleada del Athletic (5-1), que dejaba la Liga sentenciada. Un día inolvidable, aunque no todos los recuerdos sean jubilosos. Nerea Onaindia, la futbolista que marcó el primer gol oficial del Athletic, también fue la primera mujer que marcó en San Mamés. Pero sólo un cuarto de hora después de anotar aquel gol, una disputa acabó con un chasquido en la rodilla y una doble fractura de ligamento y menisco que le mantuvo casi siete meses apartada de los terrenos de juego. «Han pasado muchos años pero todavía me vienen las lágrimas cuando lo recuerdo. Una temporada como aquella, el partido en San Mamés, el público, el gol... y de repente la lesión y se acaba todo. Fue un momento durísimo, aunque no cambiaría nada. Las cosas vienen como vienen, con lo bueno y con lo malo, como en este caso».

Un equipo campeón

Lo cierto es que aquella victoria dejó al Athletic a un paso del título. Dos jornadas después, y ya con el Levante como único rival –los dos equipos acabaron la temporada empatados a puntos y con la Liga decidida por el golaverage–, las rojiblancas regresaron a San Mamés. Con aún más público en las gradas pero también con más presión: había que ganar para redondear la temporada. «Tenía una mínima preocupación por que la ansiedad nos pudiera jugar una mala pasada –reconoce Juaristi, hoy entrenador del Bizkerre–. Pero realmente estaba tranquilo, convencido de que aquel equipo iba a estar a la altura. Me ponía delante del equipo y me transmitían que eran imbatibles. No es fácil explicarlo pero cuando estás delante de un equipo campeón se ve». De hecho, aprovechó «para que jugaran futbolistas que habían tenido menos minutos y pudieran disfrutar de la fiesta del título. Fue lo peor de aquello, en realidad, que no podían jugar todas. Siempre me acuerdo de Arantxa Andrés y siempre digo que si pudiera volver atrás por lo menos estaría convocada porque fue la única de la plantilla que se quedó sin jugar en San Mamés».

En aquel partido tampoco estuvo Onaindia, aunque sí pudo disfrutar de la celebración. «Me cambiaron la fecha de la operación y pude estar. Es difícil no jugar pero fue muy bonito. La vuelta en el carrito, la copa de cartón, toda aquella gente animándonos... No me dolió la rodilla en ningún momento».

Una celebración de la que Eli Ibarra ha disfrutado en cinco ocasiones, la única que puede presumir de ese récord. Aunque la fotografía que encabeza su álbum de los grandes momentos no es ninguno de los títulos, sino el primero de los 413 partidos que disputó en sus quince temporadas con el Athletic. «Era un sueño. Luego se fueron cumpliendo otros, San Mamés, las Ligas... Pero el sueño era ese. Pienso en aquel año y lo primero que me viene a la cabeza es saltar a Lezama por primera vez, con un montón de gente animándonos y con la camiseta del Athletic, algo que siempre había soñado pero que parecía imposible. Pero fue posible. Y ese fue el primer triunfo».