Ainara LERTXUNDI
donostia
Entrevista
LETICIA GARCÉS
PEDAGOGA

«Si como adultos los niños nos ven tranquilos, ellos también lo estarán»

La enseñanza es la gran pasión de la pedagoga Leticia Garcés. En 2010, fundó la plataforma Padres Formados, desde la que gestiona las formaciones que imparte a familias y profesionales sobre educación emocional y parentalidad positiva.

La educación emocional y la enseñanza son el leit motiv de la navarra Leticia Garcés. En 2010 fundó la plataforma Padres Formados, que también da nombre al libro que publicó en 2017. Un año después llegaría “Educar sin miedo. Por una educación consciente, emocional y respetuosa”. También se ha adentrado en el universo de los cuentos infantiles con la colección «Emociónate» y a través de las redes sociales abandera la campaña de sensibilización #educarsinmiedo. Entrevistada sobre los retos que plantea la actual crisis sanitaria y sus implicaciones a nivel emocional sobre todo en los menores, afirma que «si como adultos nos ven tranquilos, los niños y niñas también lo estarán. Son el reflejo de lo que ven». Aconseja manejar la preocupación «a través del diálogo, generando espacios para dar respuesta a sus inquietudes y dudas. ‘Hijo, pregunta todo lo que quieras, que si yo tengo la respuesta te la daré y, si no, hablaremos de ello igualmente’».

¿Estábamos preparados para el parón que ha supuesto el confinamiento en nuestras vidas?

Desde luego que no, porque nuestra vida está dirigida por una agenda. Incluso si tenemos un hueco estamos planificando una cena o una salida. Estos días he leído bastante sobre familias confinadas durante meses en un frío sótano en tiempos de guerra. Claro, no se puede comparar un confinamiento como ese, en el que había unas circunstancias de vida o muerte, al que tenemos, en el que nuestros hijos están con sus padres. Su hogar no ha cambiado, salvo la actividad del día a día. Son días diferentes e inolvidables y la forma en la que los vivamos marcará la diferencia en el modo en que los recordaremos.

¿Cree que el confinamiento, no el motivo que lo ha causado, puede tener su lado positivo?

Veo varios beneficios en el sentido de que nos aporta tiempo compartido. Por un lado, estrecha los lazos afectivos. Las familias que antes tenían problemas de comunicación, de relación, de gestión de conflictos, probablemente ahora los verán acentuados por el hecho de pasar mucho tiempo juntos. Pero supongamos una familia que resuelve sus conflictos, trabaja la convivencia... En este modelo familiar se van a estrechar las relaciones porque ya están acostumbrados a hablar de los conflictos y a gestionar las emociones. Este confinamiento nos va a permitir conocernos mejor. Hay parejas que, probablemente, estarán descubriendo gustos de la otra parte que no conocían o padres y madres que descubrirán que a su hijo le gusta tal película porque en el día a día no reparamos en los detalles. Vamos a poder tener conversaciones muy íntimas que hasta ahora no habíamos tenido aunque llevemos años conviviendo. Y nos vamos a entrenar en la resolución de conflictos, porque en el roce diario van a surgir más enfrentamientos. Al cabo del día puede que haya una serie de emociones que nos lleven a estar más irritables, más molestos o que ya toleremos menos cualquier cosa. El confinamiento pone a prueba qué tan paciente soy, qué tan compresiva soy, qué tanto me puedo poner en el lugar de otra persona, cuánta capacidad tengo de expresar de una forma asertiva que algo me está molestando o que me siento mal. También nos va a permitir desarrollar competencias emocionales. El convivir me obliga, sí o sí, a poner lo mejor de mí, a pasar muchas cosas por alto de la otra persona porque tenemos que sobrevivir y llegar hasta el final.

Lo que sí va a marcar la diferencia a la hora de cómo enfrentarnos a nuestras incertidumbres y miedos serán los recursos emocionales que habíamos desarrollado antes de la cuarentena. El problema no es sentir miedo, sino pasar al pánico porque no hemos sabido manejarlo. Permítete sentir lo que sientes, pero tampoco estés tan mal que no puedas manejar ese tipo de emociones.

¿Qué actitud deben tomar los padres y madres cuando no tienen respuestas para las preguntas de sus hijos?

La mejor respuesta es ‘hijo, no sé qué decirte, no tengo esa información’. Si en casa acostumbrábamos a hablar de las cosas, si mis hijos me ven llorar y yo no me oculto, si cuando me preguntan sobre la muerte en vez de una explicación teórica hablamos de ella sin ningún miedo o tabú, si mis hijos pueden preguntar lo que quieran sin que me escandalice o me haga la loca, ahora cuando me pregunten sobre la cuarentena, el coronavirus y lo que está sucediendo fuera, no tendré ningún problema en hablar de ello, lo que no siempre significa poder responder a sus preguntas, porque hay veces que no tenemos la respuesta. ¡Qué mejor que una madre o un padre honestos con la situación y sus hijos!

¿Se corre el riesgo de que dada la crisis sanitaria los niños desarrollen algún tipo de fobia o miedo a las enfermedades, a los contagios, a los virus?

No deberían de desarrollar ningún tipo de fobia si en casa tratamos el tema con normalidad. Los niños son un reflejo de lo que ven. Si como adultos nos ven tranquilos, estarán tranquilos, pero si nos ven preocupados, también ellos lo estarán. Debemos manejar esa preocupación a través del diálogo, generando espacios para dar respuesta a sus inquietudes y dudas. ‘Hijo, pregunta todo lo que quieras, que si yo tengo la respuesta te la daré y si no hablaremos de ello igualmente’. Si no hay ningún familiar infectado y puedes manejar el confinamiento, no tiene por qué dejar ninguna secuela en los menores porque están confinados con su familia y es un tiempo concreto y limitado que va a pasar.

Una vez permitidas las salidas de los menores, se está dando el caso de niños que no quieren salir por miedo al coronavirus, a las mascarillas y porque la calle se les hace extraña. ¿Qué otros tipos de miedos pueden ir surgiendo? ¿Cómo detectarlos y atenderlos a tiempo?

El miedo es una emoción que clasificamos como negativa porque genera malestar pero al mismo tiempo es funcional porque tiene una función, nos permite adaptarnos a una situación, a un cambio y, en este caso, los menores tienen que salir de un espacio de seguridad a un espacio de inseguridad, por lo tanto, lo adaptativo es que sientan miedo y que sus padres les ayudemos a sobrellevarlo sin enviarles mensajes tranquilizadores de tipo ‘no tengas miedo, no pasa nada’ por qué sí pasa, y por algo han estado tanto tiempo sin salir de casa. Ahora es una gran oportunidad para acompañar, escuchar y validad emociones. ‘Hijo, entiendo que salir de casa ahora te genera inseguridad, te propongo una cosa. Nos preparamos para salir, bajamos y si no quieres estar subimos, tenemos todo el día para salir, no tenemos que quedarnos si no quieres’.

En el confinamiento se han multiplicado las ofertas culturales, deportivas, lúdicas... ¿Hemos sabido adaptarnos a la vida on line sin estresarnos?

Sin duda alguna nos hemos adaptado y sin mayor dificultad. Algunos por necesidad, porque teletrabajar supone saber usar ciertas herramientas tecnológicas; otros por motivación, porque querían seguir en contacto con familiares y amigos, y otros, como en mi caso, porque la formación presencial la he necesitado impartir de forma virtual y así lo he podido hacer, con distintas ciudades e incluso países, la tecnología me ha permitido impartir formación tanto a una persona de Pamplona como a otras de Colombia o México.

¿Volveremos a una rutina social o lo virtual ha llegado para quedarse en nuestras casas?

Somos seres sociales y socializamos para generarnos bienestar emocional, recurrimos a todos los medios que nos permiten estar en contacto con otras personas, hemos pasado del teléfono a las videollamadas en cuanto hemos dejado de tocarnos, pero en cuanto podamos volver a abrazarnos lo digital volverá a estar en un segundo plano.

¿Cómo manejar las relaciones interpersonales mientras persiste un virus tan contagioso?

Todas las personas somos víctimas de una misma situación, por lo tanto, la empatía se despierta con mucha facilidad, nos ponemos fácilmente en el lugar de una persona que ha enfermado, aunque no lo estemos, en alguien que ha perdido un ser querido, aunque no nos haya pasado, y cuando aumentan las cifras de fallecidos sentimos que perdemos algo nuestro. De alguna manera, la pandemia ha derribado las barreras territoriales y ha traído cierta unidad, todos contra el virus. De momento, estamos manteniendo las relaciones como podemos, pero las mantenemos porque somos seres sociales, pero no me cabe la menor duda que, aunque tengamos que mantener ciertas medidas de seguridad, en cuanto podamos, volveremos a esa «nueva vida normal».

Padres y madres están ejerciendo de profesores. ¿Ambas figuras son compatibles?

En circunstancias inusuales y excepcionales, las medidas tienen que ser flexibles y, desde luego, ni rígidas ni estrictas. Los profesores son los primeros que entienden esta situación y están tratando de mantener el equilibrio entre seguir con el curso y adaptarse a esta realidad. Si lo entendemos también así los padres y madres, no les vamos a exigir lo que les pediríamos de normal. Es entender que hago lo que puedo, cuando puedo y si puedo. Este curso escolar ha sido así y están aprendiendo otras cosas; a cocinar, a gestionar su tiempo, a limpiar, a tener conversaciones con sus padres que a lo mejor no tendrían ni en clase de ética, a interpretar noticias, a entender que en épocas de crisis hay personas que sacan lo mejor y lo peor de sí mismas. Todo esto también es escuela.

Aún queda hasta alcanzar parte de la normalidad que había antes del confinamiento. ¿Cómo graduar en lo que nos queda el uso de las pantallas?

Es una de las preguntas que me hacen mucho estos días. Entendiendo que estamos en una situación inusual, ningún exceso es malo entre comillas. Hay veces que quieres evitar que hagan un uso excesivo de las pantallas y, sin embargo, tú, como adulto, estás continuamente usando el móvil, navegando en Internet, en las redes sociales. Es un hecho que en este confinamiento han aumentado los suscriptores de plataformas de televisión digitales. Que ahora, por las circunstancias, estemos haciendo un uso indebido de la tecnología no quiere decir que a la vuelta, estemos todos tan enganchados que ya no podamos vivir sin tecnología. Cuando volvamos de forma paulatina a cierta normalidad, ya no necesitaremos usar tanto la tecnología porque nos relacionaremos un poco más y estaremos más tiempo en la calle.

¿No hay riesgo de que desarrollen algún tipo de adicción?

No se corre el riesgo si antes del confinamiento ya trabajabas con tus hijos la tolerancia a la frustración y están acostumbrado a enfrentarse a lo que le genera malestar y a regularse. En 40 días nadie se vuelve adicto. ¿Cuál es problema si durante este confinamiento todos estamos abusando de todo? El que tenga ya esos recursos trabajados, podrá tolerar sin problema la frustración de dejar de ver la tele.