Beñat ZALDUA
Donostia
CRISIS DEL CORONAVIRUS

Lakua y el BOE se turnan para restringir la fase 1 en la CAV

Ciertamente, no resulta fácil entender el giro en la CAV, donde Lakua restringió ayer la aplicación de la fase 1 después de insistir durante días en que estaba más que preparada para dar un paso en la desescalada. Antes, el mismo BOE ya había restringido algunas actividades en Araba, Bizkaia y Gipuzkoa. Las elecciones, eso sí, tienen vía libre.

El día fue extraño. Esperábamos saber qué era la fase 1, y acabamos asistiendo a la invención de una nueva fase –0,5, la bautizó en las redes el periodista Iker Armentia–. Por el camino, los titulares de la víspera anunciando el paso de Hego Euskal Herria a la fase 1 quedaron como una involuntaria exageración. El diablo, se volvió a demostrar ayer, se esconde en la letra pequeña.

Sobre todo en la CAV, porque en Nafarroa el plan de desescalada asimétrica anunciado en su día por Chivite quedó en nada. La fase 1 se aplicará tal y como lo establece la orden ministerial publicada ayer en el Boletín Oficial del Estado (BOE). Es decir, con aforos limitados, podrán abrir terrazas y comercios inferiores a 400 metros cuadrados, se podrá circular por todo el herrialde y podrán celebrarse reuniones de hasta 10 personas. Eso sí, los paseos y las actividades deportivas siguen atadas a las mismas franjas horarias, lo que deja en el aire varias cuestiones. Una persona se podrá trasladar de Tutera a Elizondo para visitar a unos amigos, pero queda por aclarar –ayer parecía que no– si un vecino de Irurtzun podrá recorrer unos pocos kilómetros hasta Urbasa.

Fase intermedia en la CAV

Las mayores sorpresas, sin embargo, estaban reservadas para la CAV. La maniobra es de un calado espectacular, pues Lakua, que durante semanas ha insistido en que estaba más que preparada para la desescalada, no solo asumió ayer sin rechistar que el BOE restringiera la aplicación de la fase 1, sino que añadió restricciones de su propio cuño.

Al menos así lo quisieron escenificar, aunque quedan muchas preguntas sin respuesta al respecto. Para empezar, en la documentación remitida a Madrid el 8 de mayo, la consejera de Salud, Nekane Murga, proponía que la unidad territorial para la desescalada fuese el conjunto de la CAV, añadiendo una salvedad: «En esta primera fase de la desescalada, se entiende que la movilidad y la actividad permitida estará restringida a la que se produzca en cada Territorio Histórico». Es decir, Lakua asumía los herrialdes como unidades en esta fase, pero en ningún momento proponía limitar la movilidad a los municipios que es lo que finalmente ha ocurrido.

Si no fue idea de Lakua, como indica el documento de 36 páginas firmado por Murga, significa que pudo haber sido una condición impuesta por Madrid después de analizar los datos. Ayer, sin embargo, Lakua la presentó como una decisión suya. En cualquier caso, cuando le preguntaron a Sánchez sobre la decisión del Gobierno de Gasteiz, la respuesta complaciente dejó bastante claro que en la Moncloa esta restricción no pilló por sorpresa a nadie.

De hecho, encaja con la limitación impuesta a los territorios vascos en el propio BOE. Las bibliotecas, los museos, los locales culturales, los rodajes, las instalaciones deportivas al aire libre y los gimnasios podrán retomar parte de sus actividades en todos los territorios que pasan a la fase 1, excepto en la CAV.

Es decir, BOE y Lakua se repartieron los papeles a la hora de restringir una fase 1 que se aplicará en el territorio de forma homogénea, pese al abismo que hay entre diferentes zonas. El resultado es una fase intermedia que permitirá la reapertura de locales comerciales y la reunión de 10 personas, pero sin salir del municipio, sin actividades culturales y con las deportivas más restringidas.

Confusión con los datos

Estos hechos y algunos indicadores señalan que, como viene señalando GARA, dentro de la tendencia general positiva, la situación quizá no sea tan buena como se ha querido dibujar con el objetivo de acelerar plazos y quemar etapas. Uno de los indicadores que podría apuntar en esa dirección es el de las hospitalizaciones. Ayer fueron 47.

Pero lo cierto es que, con los datos que ofrece Lakua es difícil conocer el detalle de la evolución. Seguimos sin saber exactamente a quién se hacen las PCR, y la ratio de hospitalizados por positivo sigue siendo muy elevada, lo que podría indicar que se detectan pocos casos con síntomas leves o asintomáticos. Por si fuera poco, ayer los datos resultaron todavía más confusos, ya que el ministerio informó de 10 nuevos positivos por PCR, pero Lakua apuntó que eran 53. Sin embargo, en el computo global de positivos con PCR, el departamento de Murga solo sumó 10 nuevos casos. Las cifras de nuevos positivos en los municipios tampoco cuadraban con la cifra global.

Así es realmente difícil hacer un seguimiento fiable a la epidemia, por lo que parece razonable que restricciones sorpresivas como las decretadas sin mayor explicación por los Gobiernos de Madrid y Gasteiz enciendan algunas alarmas.

Y si recordamos que como elementos de contexto emergen la precaria mayoría de Sánchez en Madrid y las urgencias electorales de Urkullu en Gasteiz –si quiere poner las urnas el 12 de junio necesita convocar el 19 de mayo, y ya tiene el visto bueno del BOE–, la necesidad de una explicación clara se hace si cabe más urgente.

Cuando uno dice que llueve y otro dice lo contrario, se suele explicar que la función del periodista no es recoger ambas opiniones, sino asomarse a la ventana y ver qué ocurre. Pero eso presupone que la ventana no esté sellada a cal y canto.