Igor FERNANDEZ
Sicólogo
SICOLOGÍA PARA UNA CRISIS

Teletrabajo

Soy Jon, desde Donostia. No puedo concentrarme en el trabajo y, además, me estoy empezando a cabrear. Desde el principio estoy trabajando en casa y he llegado a un punto que me cuesta concentrarme. Hoy ha sido el colmo, me ha llegado la factura de la luz, que no la paga la empresa, ni tampoco el internet. Me da la sensación de que solo vivo para trabajar y que esta pandemia va a acabar con nuestros derechos laborales. No sé si estoy equivocado pero, a falta de una regulación, ¿crees que el teletrabajo puede provocar problemas psicológicos? Esto es para que los sindicatos se pongan las pilas.

Kaixo, Jon. En lo laboral, el impacto de este parón está siendo enorme para la inmensa mayoría, desde los ERTE hasta la suspensión de proyectos y la dificultad para trazar perspectivas fiables. Para los que hemos podido conservar el que teníamos, el trabajo desde casa ha pillado a todo el mundo despistado, con recursos limitados para implementarlo y con poca o ninguna experiencia previa, lo cual, de por sí, es bastante estresante.

Los límites entre lo laboral y lo personal se nos han desdibujado, ya que, para empezar, trabajamos en nuestro hogar (y todos sabemos que nuestra mente y nuestro cuerpo suelen estar diferentes en un escenario y otro). Aparte del espacio, también el tiempo mismo de trabajo y de ocio se mezclan, y es fácil que las tareas que nos esperan a escasos metros, sobre la mesa del salón, no nos llamen cuando estamos sentados al final de la jornada.

Según el tipo de trabajo, cabe la posibilidad incluso de estar echando incluso más horas de las que uno emplearía si estuviera en el lugar físicamente. Por eso es muy importante delimitar espacios y tiempos, con un horario fijado por la empresa y los trabajadores, por supuesto, pero también eligiendo nosotros cómo vamos a incluir ese trabajo en nuestro espacio.

Para esto puede servirnos montar y desmontar el puesto de alguna manera al principio y final de la jornada (recogerlo, cubrir el ordenador, no usar los mismos bolígrafos y cuadernos que para cuestiones personales…). Sea como fuere, no podemos achacar al trabajo todo el estrés que vivimos en el día a día, el que conlleva el caos general de esta situación, con aspectos personales tan potentes como el temor por la propia salud y por nuestros seres queridos. A veces la frustración la llevamos a los frentes abiertos.