«Me decanto de forma natural por el ruido, pero me gusta compensarlo»
El rock y el pop unieron sus fuerzas con la música electrónica a partir de la década de los setenta. No obstante, con la llegada del nuevo siglo la electrónica refuerza su incidencia postergando guitarras. Testura es hijo de la conjunción entre el pulso de seis cuerdas y los teclados, sintes, secuenciadores…. Su álbum homónimo propone delicadas capas ambientales sobre puntuales toques de guitarra.

Los últimos siete años de su vida, Ander Mujika los ha dedicado a la música de manera profesional, siempre partiendo desde Elgoibar hacia cualquier lugar. No obstante, desde hace unos meses su devenir ha cambiado de reglas y rumbo. Ahora trabaja en la cooperativa Kulturaz de Azpeitia, donde, entre otras cosas, participa en el proyecto audiovisual Dapa (dapa.eus). Un cambio en la vida que le ha permitido afrontar Testura con plena libertad, sin compromisos colaterales. «Es una gozada sentir esta liberación después de haber estado dedicándome a ello en mitad de todo el panorama tan precario que es la música», grita Mujika. Sí, es estar en la música, pero con las notas ordenadas, libres para ser, libres sin depender. «Es difícil encontrar el equilibrio entre hacer lo que te gusta y que esto no se convierta tanto en una presión como en una obligación», reclama con sosiego, mientras recuerda que ahora solo pende de Testura y Anari.
Testura reúne a Ander Mujika (Napoka Hiria, Jabier Muguruza, Anari…), Felix Buff (Willis Drummond, Joseba Irazoki, Botibol…), Johannes Buff, aspecto técnico, y Maialen Belaustegi, responsable de la imagen en escena. El pasado marzo tendrían que haber comenzado las presentaciones, pero la Covid-19 lo ha impedido. Pero lo que sí se puede es escuchar el disco en plataformas y adquirirlo, solo en vinilo, mediante el bandcamp del sello editor, Forbidden Colours.
Testura es un nombre desanclado de la propia esencia del proyecto, «se trata de un término que hemos utilizado mucho en todo el proceso creativo. Más que de tempos, armonías o estructura, esta vez hablábamos de texturas, capas y colores. Al trabajar la imagen a la vez que el sonido ocurría lo mismo. Es un nombre bastante descriptivo», define Mujika.
Y no le falta razón, ya que de las siete composiciones solo una rompe con la voluntad general, pero sin descolgarse. Una hermosa canción pop acústica titulada “Fuji”, con letra y mano de Anari, y en la que Ander se enfrenta a una exigente melodía vocal que no la da por perdida, así que tras conseguir reflotarla una y otra vez el disco sale reforzado ante la belleza e interiorismo que desprende. Puede ser cursi la descripción, pero es una canción encantadora. “Testura” se completa con seis instrumentales iniciados por unos cencerros, guitarra acústica, batería un tanto jazzy y la sensación de que nos daremos un banquete de sensualidad giren por donde giren estas 33 revoluciones. En “II” los secuenciadores, sintes y teclados toman el mando. La interpretación dura cuatro minutos, pero podrían ser veinte las veces enlazadas una vez suplida la cotidianidad; vamos, un bucle sin deseo de que concluya. Un mantra da paso a “III”, podría ser la banda sonora de una película de misterio, de una visita del cosmos a domicilio, puede ser la otra realidad que a veces queremos vivir y tocar. “IV” dibuja música ante un desnudo amanecer renovador, pieles fuera. Y así es, junto con “VI” y “VII”, “Testura”, un circuito integrado en una placa base llamada Tierra.
Suponemos que la mayoría de estas canciones tan vaporosas serán ideas guardadas en el disco duro del ordenador o en la memoria del móvil, así que quizá una de las mayores complicaciones de inicio podría ser qué forma dar a las ideas aún desordenadas.
La manera que he tenido de armar estos bocetos, de grabar ideas o crear sonidos siempre ha sido muy intuitiva y poco racional; de hecho, he confiado básicamente en la intuición y la improvisación. A la hora de poner un poco de orden y empezar a organizar el todo me di cuenta de que no iba a ser un disco estilísticamente coherente, pero en vez de ir por ahí quise pelear por lo más irracional. Este disco ha sido para mí como pegar un golpe sobre la mesa. Llevaba tiempo tocando con y para otros músicos y ha sido un placer, pero dentro de mí iba aumentando el deseo de hacer algo libre, sin demasiados límites o restricciones. No quería mirar si el resultado estaba bien o mal, si era coherente… Tengo el ‘problema’ de que cuando hago algo por mi cuenta siempre tiendo a dudar de todo, quizá sea la falta de seguridad, pero lo cierto es que estaba cansado de quedarme a medio camino. Lo comenté con una amiga y me animó a tirar para adelante (‘y si es malo, mejor’). En ese momento pensé que tenía razón, que importaba más seguir a la intuición y no tanto al juicio o la razón.
El proyecto podría haber sido solo suyo, pero ha preferido que los recursos de Felix Buff aportaran aún más que los detalles de caja, platos... Redescubre a Buff, aunque ya ha demostrado que no solo es un excelente batería.
Quería hacer algo muy mío, pero no quería abordarlo solo. En un momento, tenía todos estos bocetos organizados y para tirar adelante pensé en Felix. Es mucho más que un percusionista. Es un músico de pies a cabeza, se le nota cuando toca.
Además, creo que algo que es igual o casi más importante que la música es la afinidad, la amistad y la complicidad que tenemos. Nos entendemos bien musical y personalmente. Era la persona idónea para aportar perspectiva.
Podría entenderse que es un disco de música electrónica atmosférica, ambient. De hecho, lo planeado prevalece. Sí, hay «ruido», pero melódico…
No me parece que sea un disco experimental o extremo. Quizá tenga composiciones no muy clásicas, pero todo es bastante melódico, sí. Me decanto de forma natural por el ruido, pero siempre me gusta compensarlo. Me gustan también, por ejemplo, las bandas sonoras de Gustavo Santaolalla, donde juega mucho con grabaciones de campo y samplers. De hecho, creo que todas las canciones del disco cuentan con grabaciones de campo o sonidos ambientales.
En esa cima melódica se halla «Fuji», una hermosa y delicada canción.
Tenía claro que quería incluir una canción pop, porque eso también es parte de mí, pero tenía dos puntos muy flojos, la letra y la voz. Intenté tirar hacia delante con las dos, pero no me encontraba a gusto. Le pedí ayuda a Anari y ella le puso palabras a lo que yo quería decir. Con el tema de cantar me veía inseguro también, pero es algo que me gusta y por fuerza tenía que hacerlo. En esto también me ayudó Anari.
El guion de Testura se amplía con la participación de Johannes Buff, hermano de Felix, con amplia experiencia en grabaciones.
Felix propuso a su hermano para llevar a cabo las mezclas y darle forma a todo lo que estábamos haciendo. Johannes es técnico y productor y entre muchas cosas ha hecho discos de electrónica experimental, ambiental y drone. Era importante que supiera manejar esto porque el tipo de mezcla es muy diferente al de un disco clásico de rock o pop. Yo tenía curiosidad por saber qué trabajo hacía Johannes, qué sitio le daba a cada cosa y cuál era el resultado. Me quedé alucinado cuando lo escuché. Mejoró muchísimo y llevó la mezcla a un espacio mucho más amplio. Ahora mismo él es el que mezclará todo en directo, además de tocar algunos instrumentos con nosotros.
Y se prolongará en directo con la participación de Maialen Belaustegi.
Maialen (aka Dodoma) es una artista visual de Eibar. Trabaja sobre todo con proyecciones de vídeo, maping… Nos conocíamos de antes, aunque no hemos coincidido en proyectos anteriores. Yo sabía que estaba haciendo cosas muy curiosas como las proyecciones que preparan para el festival autogestionado BET (Bergarako Elektronika Topaketa). Un día coincidimos en el concierto de Kaskezur e Inoren Ero Ni en el Matadero de Azkoitia y entre concierto y concierto le conté la ‘paja mental’ que me estaba rondando. Tenía la intuición de que le iba a gustar la propuesta de trabajar con imágenes analógicas y en directo utilizando un proyector de transparencias. Un día me llamó para ir a Eibar a ver lo que había experimentado con el proyector. Me quedé alucinado con la cantidad de texturas y posibilidades que había creado. En un principio le propuse preparar algo para los directos y hacer el arte del disco. Por entonces no habíamos hablado con Aitor Etxebarria (Forbidden Colours). Nuestra idea era sacar unas diapositivas con los códigos de descarga. Era una idea muy bonita y curiosa pero cuando surgió la oportunidad de hacer el vinilo se nos pusieron los ojos como platos. La posibilidad de hacer un diseño para un vinilo es un lujo.

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