Txisko FERNÁNDEZ
DONOSTIA

El eje europeo se inclina hacia China más que hacia Estados Unidos

La estrategia de confrontación creciente que mantiene la Administración Trump respecto a China no está recibiendo un apoyo sólido de la UE. Y la gestión de la pandemia del coronavirus por parte de Washington está inclinando hacia Pekín la balanza de la opinión pública en muchos países europeos, aunque Bruselas no lo vea con buenos ojos.

En un primer momento, en la Casa Blanca percibieron la crisis sanitaria que se extendía desde Wuhan hacia el resto del mundo como una oportunidad de oro para romper a su favor el inestable equilibrio en el que se mueven las relaciones entre EEUU y China desde que Donald Trump decidiera romper con el juego del multilateralismo en el tablero internacional.

El objetivo declarado del presidente de EEUU es impedir que el «socialismo con características chinas» diseñado por el Partido Comunista de China (PCCh) logre colocar al gigante asiático como primera potencia económica.

Pero la política del «America First», que tan buenos resultados le ha dado a nivel interno, no logra enganchar a los antiguos socios de EEUU, fundamentalmente a los de Europa occidental, pese a que estos mantienen muchos recelos ante el colosal despliegue económico chino.

La crisis del coronavirus está siendo utilizada por Trump en este escenario de rivalidad que crece sin solución de continuidad. Desde el restablecimiento de sus relaciones diplomáticas en 1979, en pocas ocasiones las dos grandes potencias han tenido abiertos tantos frentes.

Por citar solo algunos: la guerra comercial abierta para intentar reducir el excedente bilateral favorable a China; las sanciones a Huawei, líder en el despliegue de la tecnología 5G a nivel planetario; el enquistado conflicto político de Taiwán; el movimiento opositor de Hong Kong, o las escaramuzas cuasibélicas en el mar de China Meridional.

Socio preferente

Visto el pésimo resultado de la gestión de la epidemia que está llevando a cabo la Administración Trump, es más que probable que EEUU haya perdido ya esta baza. Lo que es seguro es que Europa no juega de pareja y mira más favorablemente a Pekín.

Ver cómo llegaba ayuda cualitativamente trascendental desde China a Italia en el momento en el que el virus golpeaba con más fuerza a este país europeo, antes incluso de que sus socios del norte le tendieran la mano, ha tumbado muchos prejuicios en el Viejo Continente.

Luego se han sucedido las imágenes de aviones cargados de material sanitario procedentes del Lejano Oriente aterrizando en los puntos más calientes de la epidemia en Europa, incluidas las máquinas fabricadas en China por la Corporación Mondragon destinadas a elaborar mascarillas que se han instalado en Bizkaia.

De ahí que no extrañe que la opinión pública de la locomotora económica europea vea cada vez con menos recelos el acercamiento a China. El 18 de mayo, la Fundación Körber, con sede en Hamburgo, difundía los resultados de una encuesta que refleja que la ciudadanía alemana se encuentra dividida prácticamente al igual al determinar a quién desea como socio preferente: un 37% eligió a EEUU por un 36% a China.

Este resultado sorprende teniendo en cuenta que en el sondeo anterior, en setiembre de 2019, la ventaja que daban los alemanes a EEUU sobre China era, nada más y nada menos, que de 26 puntos porcentuales.

Y esto sin obviar que la opinión pública germana sigue siendo muy crítica respecto al modelo sociopolítico que impulsa Pekín, porque en la encuesta de mayo un 70% opinó que una mayor transparencia del Gobierno chino habría reducido el impacto de la pandemia o, incluso, frenado su propagación.

«El siglo asiático»

Al valorar ese informe en “Foreing Policy”, Noah Barkin –investigador senior del German Marshall Fund of the United States (GMF, instituto de opinión estadounidense)– indica que en Alemania «pocas personas esperan transparencia del Partido Comunista de China», mientras que «son más sensibles a las decepciones producidas por Washington».

Barkin subraya que, en estos momentos, la opinión de los alemanes sobre EEUU es «de las más negativas en Europa desde que Donald Trump asumió la Casa Blanca», equiparándola con la etapa de George W. Bush. No obstante, recuerda que cuando este fue sustituido por Barack Obama la visión de los alemanes volvió rápidamente al polo positivo.

«Podemos estar en los albores de un siglo asiático», comentaba en su artículo Barkin, y esta misma reflexión fue utilizada por Josep Borrell el martes al analizar el complicado juego de fuerzas desplegadas en el panorama internacional, enturbiado aún más por el impacto del covid-19.

«Si el siglo XXI es un siglo asiático, como el siglo XX lo fue americano, puede que la pandemia sea recordada como el punto de inflexión», indicó el Alto Responsable de la UE para Asuntos Exteriores durante la conferencia anual de embajadores alemanes, que realizó telemáticamente.

Borrell asumió que esta crisis puede acelerar el traspaso de la hegemonía mundial de EEUU a China, incidiendo en que la UE «tiene que seguir sus propios intereses y valores, para no ser instrumentalizada» por ninguno de los dos contendientes.

Y dijo que confía en que Alemania sabrá guiar por la buena senda al Viejo Continente cuando tome la Presidencia de turno de la UE el 1 de julio. En este contexto, ayer fue el ministro de Exteriores alemán, Heiko Maas, quien subrayó que el diálogo con Pekín será una de las «prioridades» de su mandato, rechazando la posibilidad de aplazar la cumbre UE-China prevista para otoño en Leipzig por la situación que se vive en Hong Kong.

Maas defendió que la UE tiene «principios» que no está dispuesta a comprometer, al tiempo que destacó que la cumbre de setiembre constituye una buena oportunidad para progresar en las relaciones con el gigante asiático «a través de un ambicioso acuerdo de inversiones» y para reclamar que China se marque «objetivos climáticos ambiciosos».

 

Brasil cumple las más sombrías previsiones de contagios y muertes

«Los peores augurios sobre la evolución de la pandemia se están cumpliendo en América, desde Estados Unidos a Chile pasando por Brasil, donde ayer amanecían con otro dato difícil de haber previsto hace apenas un mes: 26.417 contagios más registrados en tan solo 24 horas.

El listado más trágico, el de fallecidos, también colocaba el foco sobre EEUU y Brasil, ya que en ambos casos superaba el millar en una jornada, para totalizar más de 102.000 y 26.000 muertes, respectivamente, desde que se inició la epidemia.

Además, en el caso brasileño, aunque la estadística oficial contabiliza ya cerca de 440.000 casos, muchos científicos insisten en que la cifra real es mucho mayor, llegando a sostener que podría multiplicarse hasta por 15. De ser así, quedaría por delante de EEUU, que ronda los 1,7 millones tras crecer de nuevo por encima de 20.000 el número de positivos diarios.

También Chile batió un día más su récord diario de decesos, al sumar 54 en 24 horas, mientras que la cifra total de contagios ha superado la barrera de 90.000. Y Perú hizo lo propio con la cifra de casos diarios, 5.874, para un total de 41.779 contagios y 4.099 fallecidos.

Si estas ya no pueden calificarse de «frías cifras», lo peor puede estar por llegar, ya que Unicef alertó ayer de que cerca de la mitad de la población infantil de América Latina y el Caribe vivirá en un hogar pobre a finales de este año a causa de esta crisis.

La asesora de Unicef Mónica Rubio señaló a la agencia Efe que en la región había en 2018 «una incidencia del 38%» de pobreza infantil y que se calcula que a finales de 2020 haya «aumentado a un 46%». Esto significaría que «otros 16 millones de niños, niñas y adolescentes vivirán en hogares de escasos recursos en lo que resta de este año, y su número total alcanzará los 87 millones».GARA