Izkander FERNÁNDEZ
NAIZ KONTZERTUAK

GATIBU PONE MÚSICA A LA FELIZ LIBERACIÓN POST CONFINAMIENTO

ERAN POCO MÁS DE LAS DIEZ DE LA NOCHE CUANDO UN PRECIOSO PLANO DE SANAGUSTIN KULTURGUNEA INUNDABA NUESTRAS PANTALLAS. GATIBU ESTABA A PUNTO DE ESTRENAR NAIZ KONTZERTUAK CON UN BOLO VIBRANTE MARCA DE LA CASA. TRAS LA TENSIÓN INICIAL, EL CONCIERTO CRECIÓ HASTA UN FINAL EMOCIONANTE.

Era un plano curioso. La banda ocupaba el espacio destinado a que el público baile durante los conciertos de Sanagustin Aretoa de Azpetia. Por otra parte, el público estaba sentado, respetando las distancias de seguridad, en el escenario donde las bandas descargan sus repertorios. El planteamiento era harto interesante. Quedaba ver si iba a funcionar. Y funcionó.

Era una noche especial. Se fundían demasiadas cuestiones en un solo instante. Todos estos meses de encierro, de dolor, de emociones y de decenas de momentos perdidos afloraron en los primeros compases de la primera entrega de NAIZ Kontzertuak. Durante cinco semanas, cinco destacadas formaciones de nuestra escena ofrecerán cinco conciertos que podrán ser disfrutados desde casas, bares y plazas. Toca devolverle a la música, a su mundo, a sus trabajadores, todo lo que nos han aportado durante nuestra vida.

Gatibu eran los protagonistas absolutos de la noche del viernes. Visiblemente emocionados por la situación, por volver a tocar y por hacerlo en una coyuntura tan particular e ilusionante, arrancaron algo tensos. Fueron tres temas los que necesitaron para despejarse, romper a sudar y comenzar a volar libres.

“Urepel” supuso la culminación al rito de paso. Gatibu se había hecho con el nuevo formato y conseguía transmitir, como siempre lo ha hecho, pese a tener que hacerlo a través de una pantalla y de un nuevo lenguaje.

Alex Sardui presentó el siguiente tema destacando que «nadie es más que nadie». Así llegaron los primeros acordes de “Ez naz makurtuko”, una composición interesante, repleta de matices y que pese a que nace en el rock, termina alcanzando el éxtasis en un ritmo que invita a bailar y a disfrutar.

Un precioso guiño, fruto de la magia del directo, la banda sonora original de Kill Bill precedía a otro clásico de la banda, “Bang Bang Txiki-Txiki Bang Bang”, en cuya presentación hubo referencias a la mística del rock que resume un modo de vida alrededor de bajo, guitarra, batería, furgoneta y escenario. Algo cercano a la felicidad plena quedó congelada en el rostro de un Alex Sardui que apenas podía parar de reir antes de presentar “Gabak zeruari begire”.

Gatibu son unos artesanos del pop moderno de nuestro país. Nunca compartirán su secreto pero la conexión total que mantienen con el gran público es sorprendente. Siempre desde un tono positivo, alegre y vivaz logran que la gente baile y sonría de forma agradecida. A veces, debería valer con esa idea tan simple. Bailar y ser feliz. Aunque sea en la calle y bajo la lluvia pero bailando como en “Euritan dantzan”, el penúltimo tema de una noche que cerró “Aske maitte” por todo lo alto.

Gatibu puso banda sonora a este feliz momento posterior al confinamiento con un concierto vibrante que escaló por múltiples emociones hasta un final reforzado por sus clásicos de pop atemporal. Sanagustin kulturgunea y la particular puesta en escena hicieron el resto. Crearon un canal, una conexión y un diálogo entre el público que bailaba incombustible tras los miembros de Gatibu y el público que, desde casa, un bar o su plaza vivía la fiesta delante de las pantallas. Una experiencia plena y placentera que vivirá un nuevo capítulo la próxima semana con el joven quinteto donostiarra Nøgen..