Ingo NIEBEL
Colonia

ALEMANIA ESTUDIA ELIMINAR EL CONCEPTO «RAZA» DE SUS CONSTITUCIONES

La muerte violenta del afroamericano George Floyd a manos de un policía blanco en EEUU también ha traído consecuencias para Alemania. A los actos de apoyo se ha sumado un debate sobre el racismo y cómo combatirlo más, eliminando, por ejemplo, el concepto «raza« de las cartas magnas.

Tal vez llame la atención que 75 años después del final violento e incondicional del nazismo en Alemania, su racismo sigue vigente en la República Federal que gobierna la canciller democratacristiana, Angela Merkel (CDU). Se evidencia de muchas formas. Aparece con frecuencia en las violentas agresiones que cíclicamente protagoniza la ultraderecha germana contra personas procedentes de otros países y continentes. La Asociaciones de Afectados por la Violencia Derechista, Racista y Antisemita (VBRG, por su siglas en alemán) registró 1.982 casos en 2019, tres de ellos con víctimas mortales. En 2020, el número de muertos ha ascendido ya a diez como consecuencia de la masacre perpetrada en Hanau.

La pandemia del coronavirus ha agudizado el racismo latente contra refugiados y personas de origen asiático, que se mezcla con el también permanente antisemitismo en algunas manifestaciones de grupos que se oponen a las medidas de higiene y distanciamiento.

Menos conocido, pero también patente para aquellos ciudadanos alemanes cuyo color de piel es mucho más oscuro que el blanco idealizado, es el comportamiento racista mostrado por la Policía. Según las estadísticas oficiales, agentes de Policía controlan a entre 2.000 y 3.000 personas simplemente por el hecho de que encajan en un «perfil racial» que oficialmente no debería de existir. Un estudio de la Universidad de Bochum, sin embargo, eleva esa cifra y estima en unos 12.000 casos al año.

Hasta ahora, las estructuras policiales tanto a nivel nacional como también regional se han opuesto a que investigadores independientes estudien el racismo en la labor de las fuerzas de seguridad con el fin de poder erradicarlo.

«La comunidad africana aún no ha tenido la experiencia de que la Policía está para protegerla, sino tiene más bien la impresión que está para sospechar de ella», dice Sylvie Nantcha, fundadora y presidenta de la Red Africana de Alemania (TANG, por sus siglas en inglés), afroalemana militante de la CDU y es concejala en el Ayuntamiento de Friburgo. Su punto de vista lo compartió el académico Daniel Gayamerah durante un debate auspiciado por el presidente alemán, Frank-Walter Steinmeier. En el mismo evento el jugador de la selección nacional de futbol Gerald Asamoah relató que vivió su peor momento cuando le lanzaron plátanos en un partido jugado en Cottbus. «No basta con no ser racista. Tenemos que ser antirracistas», subrayó Steinmeier.

«Racismo institucional»

En este contexto, los ecologistas Verdes, que han perdido puntos en las encuestas durante este tiempo de pandemia, han iniciado una campaña de ámbito nacional y regional para poner coto al «racismo institucional». Quieren eliminar la palabra «raza» de la Ley Fundamental, como denomina a la Constitución provisional de la República Federal, y de algunas cartas magnas de los dieciséis estados federales. Para ello cuentan con el apoyo del Partido Socialdemócrata de Alemania (SPD) y del partido socialista Die Linke (La Izquierda). La canciller Merkel se ha mostrado abierta al debate mientras que un sector de su partido no quiere que se toque la Constitución.

El tercer párrafo del artículo 3 de la Ley Fundamental dice: «Nadie podrá ser perjudicado ni favorecido a causa de su sexo, su ascendencia, su raza, su idioma, su patria y su origen, sus creencias y sus concepciones religiosas o políticas. Nadie podrá ser perjudicado a causa de un impedimento físico o psíquico». Muy parecido suena el artículo 1 de la Constitución del land de Hessen: «Todas las personas son iguales ante la ley independientemente de su género, su raza, su origen o su convicción religiosa y política».

En 1948 se introdujo el término «raza» en el borrador de la Carta Magna precisamente porque el nazismo había dividido a la Humanidad entre una supuesta raza superior, la «aria», y muchas razas inferiores. Hoy en día, el denominador común entre la élite política y académica y la mayoría social es que el término «raza» es científicamente insostenible. «Diferenciar entre ‘razas’ es una tontería», puntualiza el ministro de Interior de Baja Sajonia, Boris Pistorius (SPD).

La línea general que mantienen los Verdes es que se sustituya la palabra «raza» por «discriminación racista». Sus detractores les critican que se trata de un cambio que es sólo semántico porque no elimina un concepto obsoleto. La xenófoba Alternativa para Alemania (AfD), con algunas de sus estructuras vigiladas por el servicio secreto interior por ser supuestamente anticonstitucionales, ha propuesto que se reemplace la palabra vetada por «origen étnico» –que, por cierto, en su jerga es sinónimo de «raza»–.

Desde 1949, nada menos 54 leyes han modificado 109 artículos constitucionales. El proyectado cambio semántico del artículo en cuestión requiere de una mayoría de dos tercios de diputados y diputadas.