EDITORIALA
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Mayorías hay de sobra, faltan auténticos acuerdos de país

Uno de los datos más significativos de la jornada electoral en Araba, Bizkaia y Gipuzkoa es, sin duda, la altísima abstención. Habrá que analizar las razones, y habrá desde miedo al virus hasta hastío, pero semejante bajón de participación debe preocupar a quienes piensan que el voto y la deliberación son elementos centrales de la democracia.

El empeño por realizar las elecciones ahora ha tenido efectos varios, alguno muy perverso. El peor de todos, la entrada de Vox en el Parlamento de Gasteiz. Resulta que no solo hay izquierdas y derechas, sino que existe la ultraderecha española. Se les ha facilitado un escaño que difícilmente podrían lograr si la participación hubiese sido un objetivo común y compartido. Está por ver cómo condicionará este hecho la vida institucional.

El triste episodio de Ordizia, con el veto a votar a las personas diagnosticadas de coronavirus, y la imposibilidad de la mayoría de las personas residentes en el extranjero para votar, muestran que hace falta una reflexión seria al respecto. Limitar así el derecho a voto cuando habría que hacer un esfuerzo para que los sectores más desfavorecidos sean tenidos en cuenta en el proceso democrático, cuando se debería plantear bajar la edad de voto, es un retroceso incomprensible.

Anoche se pudo comprobar que unos pocos votos pueden cambiar el sentido de los escaños, de los bloques y las posibles alianzas, incluso de las mayorías parlamentarias. Todo esto afecta por definición a la legitimidad. Lo sucedido en estos comicios debería servir para abrir un debate profundo sobre la democracia, el derecho a voto y la participación política. Es un debate que se está dando a nivel global, que la pandemia ha vuelto a poner en el centro del debate político, y que en Euskal Herria tiene elementos particulares.

Hay que subrayar que este será un Parlamento con una mayoría abertzale impresionante, histórica, hegemónica. Dos tercios de la Cámara son abertzales, una mayoría supercualificada con una relevancia legislativa incuestionable en cualquier sistema democrático. Eso debería servir para desarrollar los acuerdos sobre el nuevo estatus y el derecho a decidir. Es probables que los y las abertzales hayan votado más y que eso se refleje en los resultados, con unas mayorías que hay que saber gestionar, pero que no se pueden obviar. Las minorías deben participar y ser tenidas en cuenta, sus intereses deben ser tenidos en consideración, sin duda. Pero en democracia no pueden tener derecho a veto.

La izquierda se consolida como alternativa en el Parlamento de Gasteiz. Si se confirman estos resultados, EH Bildu, PSE y Podemos tienen la responsabilidad de responder a las necesidades de las mayorías sociales.

Soberbia, victoria, fenómeno y caídas

La soberbia con la que el Gobierno de Lakua ha gestionado las crisis de este año, desde el desastre de Zaldibar hasta el brote de Ordizia, ha podido tener efectos. Porque la victoria del PNV es inapelable, pero si bien en porcentaje sube un 1,5% y por eso gana tres escaños, en términos absolutos Urkullu ha perdido 50.000 votos en cuatro años. Sus aliados del PSE ganan un escaño pero pierden votos respecto a 2016, que fue nefasto para ellos. El PSOE está en Moncloa y la valoración general sobre la gestión de la crisis no es mala, pero eso no impulsa a Idoia Mendia, que paga ejercer de muleta del PNV. Querían una mayoría absoluta y la tienen, pero el resultado no es redondo. Este Gobierno no es tan fuerte.

Al mismo tiempo, el resultado de EH Bildu es un auténtico fenómeno electoral. De la mano de Maddalen Iriarte y su equipo, con una bajada de participación de un 7%, los soberanistas de izquierda ganan 20.000 votos, más de 6 puntos y cuatro nuevos parlamentarios.

Podemos Ahal Dugu sufre porque sigue sin tener proyecto de país, la coalición de gobierno con el PSOE no renta en tierras vascas y Pablo Iglesias ha perdido esa capacidad de arrastre en las naciones sin estado.

La derecha unionista es marginal en este Parlamento, pero cuidado, los respaldan los poderes del Estado.

No perder tiempo ni perspectiva

Hace cuatro años, en estas páginas, se apelaba a dar los necesarios debates de país. La pasada ha sido una legislatura muy pobre en ese sentido. En medio ha llegado la pandemia del coronavirus y su crisis. Hace falta liderazgos compartidos. Dar esos debates y llegar a acuerdos es vital para un pueblo pequeño como Euskal Herria.

Un último apunte: hay más país, al norte y al sur.