Alvaro Reizabal
Abogado
JOPUNTUA

Despacito

Leo en la sección de montaña de GARA la noticia de nuevos récords en la especialidad: la travesía de los Pirineos desde Girona a Hendaia siguiendo el recorrido de la GR-10, novecientos kilómetros y 55.000 metros de desnivel: nueve días y nueve horas. Corriendo, claro. En los Alpes la cosa va más de escalada: unir los dieciocho cuatromiles del Macizo del Monte Rosa en catorce horas. Increíble.

Ya no hay pueblo que se precie que no organice su carrera de montaña o un «ultra trail» de no sé cuantos kilómetros y un desnivel a prueba de bomba. Naturalmente, la carrera tiene que ser siempre notoriamente más dura e inhumana que la del pueblo de al lado. Antes competían por quién tardaba menos en fregar los platos de la paella, ahora por la dureza extrema de su carrera de montaña. Las no-fiestas de este año han dado cierta tregua a esta enfebrecida carrera, pero para mí que estamos cerca de que se pongan de moda, de nuevo, las carreras con bombona de butano que tanto predicamento tuvieron en otros tiempos en las apuestas de nuestros atletas rurales. Tiempo al tiempo.

Claro está que para poder tomar parte en este tipo de eventos hay que entrenarse, y mucho. Así que no es de extrañar que ahora vayas andando por el monte echando el bofe con tu mochila cuesta arriba y te adelanten corriendo como gacelas grupos de gente que lleva por todo equipaje una camiseta de tirantes. Antes, si veías a alguien subir al Txindoki corriendo sentías sana envidia, pero al mismo tiempo pensabas que estaba loco. Ahora son los corredores y corredoras los que te miran molestos porque vas andando obstaculizando así su alocada carrera hacia no se sabe qué objetivo.

Lo que no va corriendo, sino muy despacito es la salida de la pandemia. Todo indica que en cuanto dejamos el confinamiento y se abren las puertas de la llamada nueva normalidad, volvemos a la normalidad de los contagios y se activa la dicotomía salud/economía. Hay quienes dicen que son dos caras de la misma moneda, pero cuando se quiere activar la economía se reactivan los contagios. Crucemos los dedos y veamos que pasa el próximo otoño.