Ainara LERTXUNDI
TRAGEDIA EN UN CAMPO DE REFUGIADOS

Un incendio destruye el campo de Moria, «una bomba de relojería» no atendida

Organizaciones no gubernamentales y organismos de la ONU como Unicef y Acnur llevaban tiempo alertando de que la situación en el campo de refugiados de Moria, en Lesbos, era insostenible. Al hacinamiento y las precarias condiciones se sumó el covid-19 y la restricción de movimientos. Un incendio ha arrasado con el 80% del campo.

El campo de refugiados de Moria, en la isla griega de Lesbos, el mayor de Europa, acogía a cerca de 13.000 personas. En la noche del martes al miércoles, varios incendios originados en su interior arrasaron con casi la totalidad del campamento, en cuarentena desde hace más de seis meses. Según la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), el 80% del recinto de Moria ha quedado destruido.

En declaraciones telefónicas a GARA desde Moria, Malen Garmendia, coordinadora del proyecto Zaporeak es Lesbos, destacó «los momentos de terror que se vivieron. Tuvieron que salir con lo puesto. Intentaron llegar al pueblo, pero la Policía les bloqueó el paso y cargó contra muchos ellos. En la carretera de Moria a Mitilene había unas 2.500 personas». Para el mediodía habían repartido 1.500 raciones de comida, mientras los voluntarios de Zaporeak seguían cocinando a contrarreloj al tiempo que hacían un llamamiento para recaudar fondos y poder así atender mejor las necesidades de la población refugiada. «Lo que más nos piden es agua, algo que no tenemos en nuestros almacenes», señaló.

Garmendia denunció la actitud de la Unión Europea. Organizaciones no gubernamentales e, incluso, organismos de la ONU llevaban tiempo alertando del hacinamiento, de la falta de higiene y de las condiciones tan extremas que se vivían en Moria, con el consiguiente riesgo de un brote de covid-19.

«Todos decíamos que la situación iba a explotar en cualquier momento porque el campo de Moria era un espacio de tortura donde se vulneran todos los derechos humanos. Llevaban más de seis meses en cuarentena, habían aparecido los primeros casos de covid-19, factor que contribuyó a aumentar aún más las tensiones en el propio campo. Todo este clima ha propiciado los incendios», manifestó.

Lamentó que «haya tenido que pasar una catástrofe humanitaria de esta magnitud para que Europa ponga sus ojos» en Moria «en lugar de haber adoptado medidas para evitar algo así». Preguntada sobre el estado de los refugiados que están atendiendo, subrayó que «están desorientados; no saben qué va a ser de ellos, si van a ser asistidos o no, si los van a trasladar. Lo que más inquieta es la desinformación. Se han quedado sin lo poco que tenían».

Médicos Sin Fronteras remarcó que el campo era «una bomba de relojería. El Consejo Griego para los Refugiados pidió una investigación sobre el papel de la UE en la protección de los refugiadas y Acnur apeló a la «contención».

Zaporeak

«Todos decíamos que la situación iba a explotar porque el campo de Moria es un espacio de tortura donde se vulneran todos los derechos»

«No saben qué va a ser de ellos; si van a ser asistidos o no, si los van a trasladar... Están desorientados»

MALEN GARMENDIA

Coordinadora de Zaporeak en Lesbos