Las fuerzas armadas azerbaiyanas destruyeron ayer varios cohetes balísticos en territorio de Armenia que, aseguró Bakú, apuntaban a infraestructuras civiles y ciudades azeríes.

Según el parte del Ministerio de Defensa de Azerbaiyán, su Armada destruyó en un ataque preventivo varios sistemas de cohetes balísticos tácticos desplegados por Armenia en la zona fronteriza con la región azerí ocupada de Karavachar.

El Ministerio de Defensa de Armenia confirmó que «las Fuerzas Armadas azerbaiyanas atacaron armamento desplegado en el territorio de Armenia partiendo de puras suposiciones de que iba a ser empleado contra localidades azeríes».

Erevan, que aseguró que se trataba de «armamento que se encuentra desplegado de manera regular en el territorio armenio», añadió que «hasta la fecha, ningún misil, obús o proyectil ha sido lanzado en dirección a Azerbaiyán» y declaró que «a partir de hoy (por ayer) las Fuerzas Armadas de Armenia se reservan el derecho de considerar como objetivo cualquier instalación militar o desplazamiento de tropas en el territorio de Azerbaiyán».

Es la primera vez desde el re-estallido de las hostilidades el 27 de setiembre que Azerbaiyán reconoce haber atacado objetivos en territorio armenio.

La cuestión no es baladí, por cuanto Rusia está obligada por un tratado de seguridad colectiva a acudir en auxilio de Armenia en caso de ataque. Hasta la fecha, Moscú ha aducido que los ataques azeríes se han «limitado» al enclave de Nagorno Karabaj, de facto una base militar de Armenia pero de iure un territorio independiente.

En este sentido, las apelaciones de Armenia de que no ha atacado hasta la fecha territorio azerí son igualmente una falacia. No en vano las milicias karabajíes son una extensión de su Ejército armenio, del que dependen, sin olvidar a los suministros rusos, militarmente.

Mientras los azeríes bombardean Stepanakert y otras ciudades karabajíes, los armenios responden con ataques a localidades azeríes como Bakharli y la ciudad de Ganja.