Oihane LARRETXEA
DONOSTIA

La emperatriz Zita y su vida en Lekeitio inspiran a Anton Arriola

Anton Arriola publica «El diario de Josef Barath» (Erein), donde mezcla thriller con ficción histórica y toma como escenario la vida de los Hasburgo y la emperatriz Zita, que vivió en Lekeitio tras perder su trono.

Quizás no sea conocido por el gran público que la emperatriz del imperio austro-húngaro Zita vivió en Lekeitio durante seis años después de haber perdido su trono. Se instaló en el pequeño pueblo pesquero con sus ocho hijos tras vivir un periplo que le llevó previamente por otras ciudades europeas, entre ellas Madrid. Desde allí, Alfonso XIII les echó un cable y propició que hicieran del palacio Uribarren su hogar.

Nieto e hijo de lekeitiarras, el escritor bilbaino Anton Arriola sentía esta historia «muy cercana». Esa unión es la que le ha llevado a recuperar este pasaje de la Historia y emplearlo en su quinta y última novela: “El diario de Josef Barath” (Erein).

El título da continuidad a la saga que inició en 2016 con “El negro y la gata” y que siguió con “El caso Newton” (2018). Esta vez el excura y profesor de Antropología en la Universidad de Deusto Ander Azurmendi vuelve a ser el protagonista, aunque el autor adelanta que hay un cambio sustancial en su nuevo trabajo, el quinto de su trayectoria. Mientras que en los títulos anteriores se limitaba al thriller puro y duro, en esta ocasión lo ha mezclado con Historia que ha ficcionado en parte.

Según el autor, en esta obra se manejan dos tiempos muy diferenciados que además están narrados por dos voces. La primera es la actual, la de Azurmendi, y nos lleva al momento en que conoce la existencia de un diario personal, propiedad del personaje ficticio Josef Barath, preceptor de Otto de Habsburgo, el hijo mayor de la emperatriz Zita, durante la época en que vivieron en Lekeitio.

Esta voz se va alternando con la voz del propio diario, que nos habla de los años 20, desde el periodo de la belle epoque, justo antes de la I Guerra Mundial, pasando por el destierro de los Hasburgo hasta su llegada a Lekeitio y la ascensión del nazismo.

Los personajes ficticios se mezclan con otros verídicos, como Guillermo Wakonigg, cónsul del imperio austro-húngaro en Bilbo durante la I Guerra Mundial y que siguió ejerciendo de cónsul de manera extraoficial. Fue ejecutado en Derio en el 36.