Víctor ESQUIROL
VERSIÓN ORIGINAL (Y DIGITAL)

Kazajistán con hielo

Esta situación, si alguien intenta explicárnosla diez años atrás, le hubiéramos tildado de loco. El caso es que los nombres más potentes en la agenda reciente de estrenos cinematográficos nos impresiona con una lista donde brillan astros de la magnitud de Pedro Almodóvar, Sofia Coppola o Sacha Baron Cohen. Hasta aquí, todo bien.

Lo que pasa es que ni el cineasta español, ni la americana, ni el cómico británico parecen estar en el sitio correcto. El primero nos ha recordado con “La voz humana” que también se puede ir a una sala de cine para ver un cortometraje. Los otros dos presentan nuevo trabajo lejos del que debería ser su hábitat natural: ella en Apple TV Plus; él en Amazon Prime Video.

La pantalla grande era antes el lugar de nacimiento de los hitos fílmicos; ahora mismo es quizás donde todos estos maduran. Porque esto es el siglo XXI, y para ser más concretos, porque esto es 2020, el fin del mundo en el que crecimos. Valga para jinete del apocalipsis el más reputado de los periodistas de la «antaño gloriosa nación de Kazajistán». En “Borat, película film secuela”, Sacha Baron Cohen vuelve a ponerse en la piel, el bigote y el nulo sentido de vergüenza propia de una de sus más célebres creaciones. Catorce años después de que nos escandalizáramos y casi nos muriéramos de la risa, en las salas de cine, podemos volver a repetir este proceso, ahora desde la angustiosa comodidad semi-confinada del hogar.

En efecto, la propuesta es la misma (esto es, un formato de falso documental que se acomoda en la comicidad de la cámara oculta), solo que la delirante actualidad con la que la providencia nos ha obligado a convivir, no tarda en descubrirse como un caldo de cultivo mucho más propicio para el gamberrismo de este brillante humorista. En los Estados Unidos de Donald Trump (y de Rudolph Giuliani, mucho ojo a este personaje) asediados por la pandemia del coronavirus, el caos provocador de Borat campa a sus anchas. Como cabía esperar, este lúcido bufón no teme lo más mínimo adentrarse en la boca del lobo, es decir, apuntar directamente a los valores de esta América profunda y oscura. Cualquier persona cabal, antes que meterse ahí, seguro que habría decidido callar, mirar hacia otro lado y seguir caminando... pero él, llevado por una genialidad a menudo confundida por insensatez, se mete de cabeza, y se ríe, y desde luego se burla. Y con todo ello, nosotros aprendemos a perder el miedo a este horror. ¡Gloria al reportero kazajo!

Mientras, en rincones de Nueva York reservados a los más privilegiados, Sofia Coppola se reencuentra con Bill Murray, su actor fetiche. En “On the Rocks” hay muchos elementos para considerar a la propuesta como una especie de segunda parte espiritual de la icónica “Lost in Translation”. En efecto, se conserva la embriagadora esencia de aquel inolvidable encuentro en Tokyo. Solo que ahora, la cineasta neoyorquina aprovecha el desenfreno de su ciudad natal para dar una clase magistral de ligereza en la gestión de aventuras urbanas... para que al final quede el poso de las reflexiones más adultas sobre el cambio de reglas tanto en el juego del amor como en el de la familia. Una delicia.