Ya han llegado las nuevas medidas, ahora llegaremos antes a casa, los bares y los restaurantes cierran y poco más. No he oído que vaya a realizarse algún cambio en la política educativa, ni en la inversión sanitaria o en ayudas a sectores megadesfavorecidos. Me acuerdo de aquello que leí acerca de la pobreza heredada: un estudio afirmaba que el 80% de los niños y niñas “pobres” lo será de adultos. El viernes por la noche, mientras llegaba a casa, vi las terrazas abarrotadas de personas que no mantenían distancia de seguridad, libres de mascarillas. En Twitter leo a señores bienpensantes insultando a otros de su misma institución, al estilo Trump. En Netflix veo una serie documental sobre Trump, en Filmin una de veterinarios y en ETB1 “Hondar Ahoak”, dirigida por Koldo Almandoz. La serie tiene una intro impactante, veo el rostro del propio Koldo haciéndose el muerto. Parece que ha sido un éxito, ojalá esta apuesta por la ficción tenga continuidad, me digo, es posible y es necesario.

Las niñas están inquietas, nada acaba por volver a ser como era antes de las mascarillas, ni en la escuela ni en la calle. Mi querida amiga enfermera se ha acabado contagiando. Ha pasado la pandemia en la UCI, ha caído y está confinada.

Mientras escribo llega desde el salón una canción de Ultravox (oportuno lo de ultra y vox), “Dancing with tears in my eyes, weeping for the memory of a life gone by…” (Bailando con lágrimas en los ojos, llorando por el recuerdo de una vida pasada). Voy a terminar de escribir esto y a calmar el dolor de cabeza.