Imanol Esnaola, Naiara Goia, Erik Etxart, Iratxe Esnaola y Gorka Espiau
Coordinador de Gaindegia, directora del Laboratorio de Innovación Social Arantzazulab, ingeniero, presidenta de la Fundación Olaso Dorrea y director del Agirre Lehendakaria Center
GAURKOA

Aberri Eguna 2021, cohesión para un nuevo tiempo

La primavera nos recuerda cada año que la vida se renueva. Este año, tal vez, la necesidad de renovación viene mediatizada por la crisis sanitaria que vive el mundo en su globalidad y cuyas consecuencias apuntan en tantas direcciones que sugieren respuestas singulares y novedosas, generadas desde posiciones plurales y, al mismo tiempo, comunes. Respuestas que podríamos identificar como de país, como comunidad nacional que conformamos. 

Las grandes preguntas de este año, no obstante, no deben obviar que hay también toda una batería de cuestiones previas que también esperan respuesta. Desde la convivencia al bienestar de las personas, pasando por la conservación de nuestro entorno, la superación de las discriminaciones por género, el desarrollo de nuestra propia cultura, o la forma de crear riqueza. Estas también, inevitablemente, nos invitan a buscar respuestas que corresponsabilizan a las bases comunitarias de nuestro país.   

La cita con el Aberri Eguna del 2021 viene inmersa en dicho contexto. Una vez más, las personas que componemos este pueblo, sea cual fuere nuestro origen o nuestro objetivo en la vida, nos situamos ante la necesidad de encontrar respuestas para una realidad que, muchas veces de carácter tan global que nos supera. El resultado debe servir para mejorar la vida en el seno de nuestra comunidad y, en consecuencia, poder mostrar ante el mundo nuestra singular experiencia. Será, en todo caso, ejemplo humilde de un pueblo que, sin aspirar a condicionar la vida de las demás personas de este planeta, no duda de su compromiso humanista.

Desde nuestra singularidad, siendo realistas sobre nuestro peso real en el mundo, siendo conscientes de que se nos niega el derecho a disponer de las herramientas que precisemos, este Aberri Eguna viene marcado por un contexto donde nuestro carácter nacional se ha de expresar sin dejar lugar a dudas. La humanidad requiere respuestas y las nuestras han de ser coherentes con este pueblo y su territorio. Por ello, consideramos que no hay otra forma de afrontarlo que desde la acción comunitaria en clave nacional. Nadie puede hacerlo en nuestro lugar ni en nuestro nombre. 

Ciertamente, se trata de un objetivo ilusionante, pero también imperiosamente necesario. Su excepcionalidad hace que debamos adecuar nuestras formas y métodos de trabajo para llegar a ser capaces de articular respuestas de país. Respuestas que involucren al conjunto. El hecho de que las personas que realizan el llamamiento para celebrar el Aberri Eguna conjuntamente lo hayan denominado Euskal Herria Batera no es sino una invitación a ello. Sabemos que miles de personas responderán a esta convocatoria y otras miles, aunque no lo hagan, nos las encontraremos en el camino.

No se trata de una afirmación retórica. Debemos subrayar y destacar ahí donde ejercitemos nuestro compromiso de país, que nos encontramos ante retos desconocidos con impactos y consecuencias de primer orden que plantean preguntas de profundo calado. Seguramente las respuestas habrán de ser novedosas y esas mismas respuestas nos llevarán a cuestionar algunas certezas anteriores. La resiliencia que debe imperar en este nuevo tiempo requiere, en todo caso, de cohesión.

Es habitual que para una parte de nuestro pueblo el Aberri Eguna no deje de ser motivo de fiesta sin mayor transcendencia, también lo es que otras personas siquiera se vean en la necesidad de reivindicar su pertenencia a este pueblo. El sentimiento de pertenencia es libre y corresponde a cada cual formularlo en consonancia con su sentir. Sin embargo, la idea de que cada uno de nosotros y nosotras «formamos parte de algo» propio y diferenciado de otras comunidades viene a ser un elemento transcendental a la hora de movilizarnos, para hacer que este rincón del mundo cuente con los recursos que permitan a las personas desarrollar proyectos de vida satisfactorios y, al mismo tiempo, mostremos al mundo que aquí hay un pueblo comprometido con un mundo mejor, que desde su limitada dimensión sabe comprometerse y hacer las cosas en coherencia.

Parece, por ello, que nuestra tradición sociopolítica de participación en la toma de decisiones, ya sea en una plaza pública, ya en una sala de reuniones de cualquier organización, o en sede parlamentaria, puede llegar a ser más necesaria que nunca, si cabe.

Euskal Herria tiene su territorio, pero sus gentes y organizaciones también habitan el mundo. La diáspora vasca, tanto la más enraizada en otras tierras como la más reciente (sea profesional, académica o cultural) nos ofrecen la posibilidad de aprender y compartir. Este nuevo tiempo, por tanto, nos llama a activar nuestra comunidad ahí donde podamos aportar o aprender, en definitiva, hacer que este pueblo contribuya a hacer del mundo un lugar un poquito más justo y habitable.

Ser conscientes de que se nos limita nuestra soberanía no significa que no debamos ser persistentes, y obstinados también si hace falta, en el ejercicio de nuestros derechos. Los retos que tenemos delante nos interpelan, sin lugar a duda. Puede decirse que, el hecho de formar un pueblo con conciencia y que comparte un espacio de convivencia nos puede servir para afrontar las respuestas con mayor unidad, y, por tanto, mayor éxito.

Ciertamente no faltarán desencuentros entre nosotros mismos. Tampoco serán menores las limitaciones que se nos impondrán para evitar nuestra cohesión. Sin embargo, hemos de ser conscientes de que nuestro carácter nacional es un hecho precioso e irrenunciable para dar con las respuestas que precisamos.

Podríamos decir que nos hemos de encontrar con nosotros mismos, aportar lo mejor y lo más positivo de cada uno de nosotros, haciendo que de este reto florezca una sociedad autocentrada e ilusionada consigo misma. Los acuerdos siempre parten de la necesidad de cooperar. Y, precisamente, nuestro carácter nacional es el que nos deber facilitar dicha cooperación. En este nuevo tiempo, más que nunca, si cabe, Euskal Herria batera.