«Mi padre partió rumbo a lo desconocido con un 50% de posibilidades de volver», comenta Yelena, hija del cosmonauta soviético y directora de los museos del Kremlin. Desde aquel 12 de abril de 1961, el ser humano ha enviado naves a los últimos rincones de nuestra galaxia, pero ningún hito es comparable con el que protagonizó Gagarin al dar aquella vuelta alrededor de la Tierra. «¡Poyéjali!» (¡Allá vamos!), exclamó antes de despegar a bordo de la nave “Vostok”. Tras un vuelo orbital de 108 minutos, volvió sano y salvo y la Unión Soviética logró, en plena Guerra Fría, adelantarse a Estados Unidos a la hora de dar el primer y más importante paso en la carrera espacial. Gagarin, quien fue elegido para la misión por el responsable del programa espacial soviético, Serguéi Koroliov, por su experiencia como piloto de caza a reacción, había escrito una carta a su esposa Valentina a modo de testamento. «¿Puedo soñar con algo más? ¡Es historia, es una nueva era! Dentro de un día despega mi vuelo. Creo en la técnica completamente. No debe fallar».