Iñaki TELLERIA

Esan compara a Ernai con las juventudes hitlerianas

El sindicato de la Ertzaintza Esan ha denunciado una «campaña de acoso» de lo que llama las «Hitlerjugend» de la izquierda abertzale, en referencia a la organización juvenil Ernai.

El sindicato de la Ertzaintza Esan ha emitido un comunicado en el que apunta a la izquierda abertzale y, en concreto, a la organización juvenil Ernai, a la que acusa de «una campaña de acoso y desprestigio». Este colectivo policial, que se refiere a Ernai como «Hitlerjugend» (juventudes hitlerianas), ya puso en febrero una denuncia por un supuesto «delito de odio».

En esta ocasión, afirma que «los ataques no hacen sino traslucir la incompetencia de quien, pretendiendo abrir un debate en torno al modelo policial vasco, carece de la habilidad política de hacerlo sin el empleo de métodos de tensionamiento social o amenazantes que creíamos enterrados».

Asimismo, considera «miserable, falso y repugnante tachar a todos los miembros de la Euskal Polizia como agresivos, fascistas, racistas contrarios al euskara o antivascos». Finalmente, pide «a todos los agentes que no caigan en la provocación buscada por parte de quien dice amar este pueblo y no hace sino condenarlo al enfrentamiento y a un sufrimiento estéril en la consecución política».

Respuesta desde Sortu

Por su parte, el secretario general de Sortu, Arkaitz Rodríguez, indicó ayer que «no es la juventud la que tiene un problema con la Ertzaintza, ni siquiera la izquierda abertzale; el problema lo tiene la Ertzaintza con los valores democráticos, porque una Policía democrática no actúa así». En una entrevista en ETB, enumeró algunas de las últimas actuaciones de la Policía autonómica cargando en movilizaciones pacíficas contra sindicalistas, jóvenes independentistas o trabajadores de Tubacex, «mientras se dedica a proteger a ultraderechistas, aunque su máximo responsable, Josu Erkoreka, lo haya negado por dos veces, con lo que nos ha mentido dos veces».

En relación a la juventud vasca, Rodríguez subrayó que «la mitad está en paro, no tienen capacidad de independizarse hasta pasados los 30 años y, en su mayoría, han mantenido un comportamiento ejemplar y responsable durante la pandemia; y después, cuando salen a reivindicar sus derechos, son apaleados y criminalizados».