La «Música callada» de Frederic Mompou resonará en San Telmo
La Quincena Musical de Donostia tiene esta tarde una cita muy especial dentro de su Ciclo de Música de Cámara, de la mano de uno de los pianistas británicos más admirados de la actualidad, Stephen Hough. Hough ofrecerá un recital en solitario dedicado en su integridad a la “Música callada” de Frederic Mompou. Su actuación tendrá lugar en el claustro del Museo San Telmo y comenzará a las 19.30, aunque las entradas están ya completamente agotadas.

La Quincena Musical ha apostado fuerte por los solistas de piano este verano. Han pasado ya por la ciudad figuras tan potentes como Yuja Wang, que inauguró el festival junto a la Orquesta Filarmónica de Luxemburgo, o el ruso Grogory Sokolov, para muchos el mejor pianista vivo, que ofreció hace una semana un recital con obras de Chopin y Rachmaninov que llenó el Kursaal y entusiasmó al público. Quedan aún por llegar otros nombres muy prestigiosos del piano, como Elisabeth Leonskaja, que tocará el “Concierto para piano nº2” de Brahms junto a la Orquesta Sinfónica de Galicia mañana mismo, o la japonesa Mitsuko Uchida, otra pianista de culto que ofrecerá un recital con obras de Schubert el próximo domingo.
Pero antes, esta misma tarde, será el turno de un solista que, pese a no tener la repercusión mediática de los anteriores, está considerado uno de los pianistas más completos de la actualidad. Se trata de Stephen Hough, que ofrecerá, dentro del Ciclo de Música de Cámara, un recital dedicado a la “Música callada” de Frederic Mompou. Su actuación, que comenzará a las 19.30, tendrá lugar en el claustro del Museo San Telmo, un marco único para escuchar esta creación marcada por la introspección y la espiritualidad.
Un pianista polifacético
Stephen Hough regresa a Donostia tras su anterior actuación en 2013, que fue asimismo su debut en el festival. En aquella ocasión interpretó, junto a la Scottish Chamber Orchestra y Robert Ticciati, una versión del “Concierto para piano nº 1” de Felix Mendelssohn que recibió estupendas críticas. Pero aunque hayan pasado ocho años desde su última participación, Hough ha seguido ligado a la vida musical vasca tanto en su faceta de intérprete como en la de compositor. En 2018, sin ir más lejos, estrenó junto con la Euskadiko Orkestra la obra “Agata”, una fantasía para txistu y orquesta basada en la popular melodía de Santa Ageda.
Stephen Hough es, en todo caso, uno de los tesoros que esconde la vida musical de Gran Bretaña, donde en paralelo a su actividad pianística participa muy activamente del debate artístico a través de colaboraciones regulares con los medios de comunicación más importantes. Bien conocido también en el resto del mundo, Hough es un pianista en cierto modo único, pues en su perfil se combinan un virtuoso de técnica depuradísima con un sólido intelectual que ha publicado libros y artículos sobre asuntos como la religión y la homosexualidad, además de varios ensayos sobre música e incluso una novela.
Hough es, además, toda una figura de las redes sociales, concretamente de Twitter, donde tiene más de 26.000 seguidores. «Twitter puede ser terrible, pero también puede ser una forma encantadora de conectarse con las personas», afirmaba hace un año en una entrevista para la revista “Codalario”. «Es importante saber cómo limitar el tiempo que pasamos allí e incluso proteger la privacidad. Creo que Twitter es mejor para eso que Facebook, que es más una ventana al mundo interior de una persona. Con Twitter puedo correr las cortinas... y también lo siento más como mi espacio de oficina que mi hogar». En su día a día, Hough suele dar cuenta de sus constantes viajes por el mundo y, muy especialmente, de los cientos de museos que visita. Como ahora está en Euskal Herria, lleva días publicando fotos del Guggenheim y el Bellas Artes de Bilbo, además de la bahía de La Concha.
En el aspecto musical, los inicios de Hough como pianista fueron atípicos: «Antes de mis primeras lecciones de piano no teníamos música clásica en nuestra casa», reconocía en la citada entrevista, «pero una vez que comencé a tocar, siempre estaban entusiasmados, y mi padre se hizo especialmente conocedor de la música con un gusto altamente sofisticado. En la adolescencia perdí el interés por la música, pero mis padres nunca me obligaron a estudiar. Pasé hasta seis horas al día viendo mala televisión, pero nunca sentí ningún resentimiento ni presión. Luego, a lo largo de mi carrera profesional, ha habido personas que han creído en mí: gerentes, directores, personas de casas discográficas». En esos inicios inciertos siempre tuvo, no obstante, un modelo claro en los pianistas del pasado. «La mayoría de mis héroes pianísticos son de las décadas de 1920 y 1930. Alfred Cortot, Rachmaninov, Ignaz Friedman y muchos más. Me encanta su cultura del sonido y su libertad y sentido de la fantasía. Cortot es para mí una fuente inagotable de éxtasis. Y a Artur Schnabel lo encuentro incomparable en Beethoven y Schubert».
Quizá debido a esta amplia base de conocimientos y de reflexión intelectual, los críticos han señalado que, en su forma de tocar, Hough «parece saber perfectamente lo que busca a través de la música, de cualquier partitura, que en sus manos se vuelve trascendente e importante». Su currículum respalda esas afirmaciones, ya que Hough ha actuado como solista con orquestas como las filarmónicas de Nueva York y Londres, las sinfónicas de Viena, Cleveland y Minnesota, con las orquestas de Tokio, Toronto, Singapur, Islandia, Ciudad de Birmingham... Tiene, además, una discografía de más de 60 CDs que han recibido importantes premios del sector.
Dentro de esa extensa discografía, Hough firmó para el sello Hyperion un disco que recoge la obra pianística de Frederic Mompou y que se ha convertido en toda una referencia para los amantes de la música del compositor catalán. El propio Hough, que cita entre sus compositores predilectos a Beethoven, Brahms, Tchaikovsky y Liszt, reconoce que ama profundamente la obra de Mompou, ya que se trata de una música «introspectiva, personal, a veces como una canción, a veces como una danza con un peculiar toque folclórico. A menudo teñida de tristeza, es una música de ensueño, pero siempre melódica, colorida y exquisita». Desde aquel disco grabado en 1996, Hough ha seguido defendiendo regularmente la música del catalán en numerosas ocasiones; la última fue hace apenas dos semanas, el 30 de julio, en la Christ Church Cathedral de Oxford, donde interpretó la “Música callada” para una selecta congregación.
El silencio de Mompou
El recital de Hough en San Telmo estará dedicado, precisamente, a esta obra maestra del repertorio pianístico ibérico. La “Música callada” es el último gran ciclo que compuso Frederic Mompou, en forma de cuatro cuadernos que fue publicando a lo largo de casi una década, entre 1959 y 1967. Según Hough, «toda la música va más allá que las palabras, pero estas 28 piezas breves van más allá de la música también. Son un ayuno del intelecto y de la emoción, dos factores que han inspirado y motivado la música occidental desde el Renacimiento en adelante. Son una limpieza pero no una austeridad. Aquí no hay negatividad. Al igual que un ayuno es en realidad una celebración de la comida en el lugar adecuado y justa medida, estas piezas atesoran las vibraciones en el aire que nuestro oído atrapa y abraza. Aquí no hay cinismo; no hay pose; no hay trucos minimalistas».

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