Koldo LANDALUZE
CRÍTICA «Josee, el tigre y los peces»

Un romance en los territorios de la imaginación

Tomando como referencia una novela corta de Seiko Tanabe que adquirió gran popularidad en Japón, “Josee, el tigre y los peces” asoma a la pantalla en un anime que no elude el riesgo que conlleva narrar las vivencias de una persona discapacitada que debe aprender a desenvolverse en la mecánica cotidiana.

Siguiendo parámetros que no son ajenos al tratamiento que, sobre todo, ha realizado la cinematografía del Estado francés en películas como “Sobre ruedas”, “Intocable” o “Todos a una”, esta propuesta japonesa se ampara en la corriente “feel good” para describir las vivencias de una joven parapléjica y un universitario que asumirá la labor de acompañarla y ayudarla.

La química que se va estableciendo entre ambos personajes deriva hacia una situación sentimental que, por fortuna, tiende a escapar de lo empalagoso y sensiblero.

La nueva propuesta salida del estudio de animación Bones –responsables de producciones como “My Hero Academia”–, tiene en su declaración de intenciones ofrecer una historia de superaciones personales y complicidades afectivas compartidas por dos personas que, cada cual y desde su mundo particular, descubren nuevas fronteras vitales e íntimas.

Ella, Josee, es una joven que vive aferrada a la dictadura de su silla de ruedas desde muy temprana edad y su mundo se ha cincelado a través de la imaginación que nació de la lectura y la pintura.

Por otro lado, él –Tsuneo– es un estudiante de Biología Marina que alberga el sueño de dar con el paradero de un misterioso pez invisible que únicamente habita bajo la superficie marina de México. De esta manera, el mar se convierte en punto de encuentro para estos personajes que parecen condenados a entenderse. El detalle y sensibilidad que demuestra la dirección de Kotaro Tamura a la hora de alternar el drama y el romance, figura entre los más relevante.