Ramón SOLA
DONOSTIA
Entrevista
AGUS HERNÁN
COORDINADOR DEL FORO SOCIAL PERMANENTE

«Solo se avanzará remando todos en la misma dirección, como en 2011»

El Foro Social ha sido clave para reencauzar el «proceso de construcción de paz» que tuvo como palanca Aiete hace diez años. Ahora coorganiza unas jornadas que parten de ese lugar, con participación de lujo y ánimo de reflexionar y seguir adelante.

Griffiths, Powell, Withfield, Carlin, Jaramillo... El nivel de la participación habrá sorprendido a quienes sostienen que la comunidad internacional estuvo en Aiete pero desapareció después.

En este proceso ha habido varias patas: los partidos e instituciones vascas, la sociedad civil y también la comunidad internacional. No solo la hemos visto en Aiete hace diez años, sino también en Kanbo, en Baiona, en el Grupo Internacional de Contacto, en la Comisión Internacional de Verificación... Berghof Foundation y Conciliation Resources fueron decisivos en la organización de Aiete en 2011 y también lo son en estas jornadas. Este proceso es complejo y hubiera sido todavía más difícil sin la colaboración de la comunidad internacional.

¿Qué son estas jornadas? ¿Una conmemoración o la búsqueda de un nuevo impulso? ¿Cómo las afrontan?

Las afrontamos como dice el propio título, “aprendizajes y retos”. Nos gustaría generar el espíritu de Aiete; un momento de tranquilidad y sosiego para, de manera colectiva, reflexionar sobre todo lo que hemos avanzado. El debate recurrente que se genera en Madrid y aquí en torno a este tema puede dar la impresión a la ciudadanía de que estamos peor que hace diez años. Y no me voy a extender en los avances, pero es evidente lo contrario. No estamos en un proceso de paz pero sí en un proceso de construcción de paz y esto hay que ser capaz de mirarlo con tranquilidad y sin crispación.

Buscan identificar retos...

Sí, algunos ya están identificados desde el fin de ETA y la llegada al Gobierno español de Pedro Sánchez, como la resolución de la cuestión de los presos; el derecho de todas las víctimas a la verdad, justicia, reparación, y especialmente a la no-discriminación en este momento; y en tercer lugar está la memoria inclusiva, con esa palabra tan horrible en medio que es la “batalla del relato”.

Una batalla que crea mucho ruido, no hay más que ver lo ocurrido hace apenas tres semanas en Arrasate. ¿Condiciona esto el momento de este aniversario y las opciones de avanzar?

Evidentemente condiciona, eso es innegable. Pero al mismo tiempo hay elementos como la cuestión de los presos que han salido de ese espacio de “batalla del relato” y se afrontan de una manera más normalizada. Hoy día esa batalla está focalizada sobre todo en el “por qué ocurrió” y eso parece irreconciliable, pero en el futuro habrá que afrontarlo de manera sosegada y tranquila pensando en las generaciones posteriores y la no-repetición. Ese debate es una noria en la que los argumentos se repiten hace años y que se da en el plano político, con un importante eco mediático, pero no en el social. El peligro es que esa crispación recurrente trasmita a los jóvenes unos valores que no son los que queremos trasladar, que son valores de diálogo, de solución y de paz.

¿Qué receptividad han encontrado en los agentes vascos para estas jornadas?

Empezamos en mayo una ronda con todos. Las jornadas van a ser abiertas por el diputado general de Gipuzkoa y el alcalde de Donostia, hemos trabajado para conseguir en ellas una gran pluralidad de siglas políticas y creo que la hemos conseguido. Y estarán los sindicatos.

Cuando han invitado a los representantes internacionales, ¿qué valoración les trasladan ellos? ¿Se está cumpliendo lo que planteaban hace diez años, aunque esté siendo por otros caminos entonces insospechados?

Hay que diferenciar dos fases: la de Aiete y la post-Oslo. La primera surge de un acuerdo de 16 puntos y de la Declaración de Aiete que define una hoja de ruta que incluye una mesa en Oslo y otras cosas que no se cumplen. A partir del primer Foro Social de 2013 se plantea un procedimiento de solución diferente con participación civil, en el que tiene mucho que ver por ejemplo Véronique Dudouet, al igual que en la primera fase de Aiete tuvo mucho que ver Jonathan Powell.

¿Qué nos dicen? Básicamente tres cosas. Primero, que no entendían el inmovilismo del Gobierno español, no comprendían que llegara a preferir que las armas estuvieran en el monte antes que un desarme ordenado. Luego, tienen una gratitud hacia el rol de la sociedad civil. Y finalmente nos apuntan que cuestiones que aquí vivimos con gran intensidad como la “batalla del relato” en otros sitios han necesitado una o dos generaciones para resolverse. Hace falta mayor paciencia, hay cosas que son normales, que llevan su tiempo. Sé que en nuestro país no nos gusta mirar a otros procesos, pero algo tendremos que aprender de ellos. Porque esto también tiene un riesgo; que se acabe pasando página demasiado pronto.

El cuarto punto de Aiete, la cuestión política, también tiene presencia en estas jornadas, con la mesa redonda del viernes con Ibarretxe, Torra, Álvarez y Cuixart. ¿Dónde esta ese punto en la agenda actual? ¿No ha quedado relegada en esta década en Euskal Herria, al contrario que en Catalunya?

Es una cuestión que en aquel momento se deja en manos de los partidos políticos y de la sociedad civil con organismos como Gure Esku. Pero nos parecía importante plasmarla ahora porque la hoja de ruta de Aiete no solo aborda las consecuencias sino también la resolución democrática del conflicto. Berghof y Conciliation Resources lo tienen muy claro. Por eso ha entrado en las jornadas de forma importante.

Hay tres botes y espacios geográficos en las jornadas: Donostia, Baiona y el epílogo de Barcelona. ¿Qué aporta cada uno?

Lo definen los participantes y el marco de cada cual. La primera jornada [el jueves] no es casual que sea en Aiete; es un aforo reducido pero la simbología que da Aiete ayuda a la perspectiva de valoración de dónde estamos ahora, y aporta además la mirada externa, con personas prestigiosas del ámbito internacional que traerán otra perspectiva que no tenemos aquí, donde hay riesgo de mirarse demasiado al ombligo. Luego entraremos en los aprendizajes y la identificación de nuevos retos, con la jornada del Kursaal [el viernes]. El seminario de Barcelona [domingo] se incluye en un evento muy importante que es el Congreso Mundial por la Paz, y servirá para explicar qué ha aportado nuestro proceso a la experiencia internacional de resolución de conflictos.

Creo que tenemos que tener un poco de orgullo en este terreno. Algunos detalles; no hay una experiencia similar a la del desarme civil; en otros puntos se han creado jurisdicciones especiales para la cuestión de los presos y aquí lo estamos haciendo con la legalidad actual; en otros lugares las víctimas de ambos lados viven totalmente de espaldas y aquí se han logrado espacios de encuentro... Aquí se han puesto mecanismos bastante innovadores, Berghof tiene editados algunos documentos sobre todo ello que yo recomiendo leer. Todo ello con dificultades grandes, cuidado, porque insisto en que no estamos en un proceso de paz sino de construcción de paz.

¿El Foro Social Permanente también se siente orgulloso? ¿Qué grado de participación cree que ha tenido en llegar a este punto?

El Foro está formado por entidades con culturas políticas muy diferentes y utiliza un método de trabajo, el consenso, que es muy raro en el espacio vasco. Eso nos ha permitido que en años complicados y con dinámicas complejas hayamos llegado hasta aquí. Hoy día estamos en un proceso multilateral, la gente está aportando en espacios diferentes todo lo que puede para resolver esta cuestión, y eso es importante. Hay orgullo, aunque también cansancio por la sensación de remar contra corriente a menudo.

Estas jornadas no son el único elemento de estos próximos días. El Gobierno de Lakua ha optado por otros eventos, está claro que cada agente hará su lectura particular... ¿Esta efeméride va a tener un efecto constructivo o por el contrario puede crear más diferencias? ¿Para qué tiene que servir el décimo aniversario?

Entendemos que cada uno tiene derecho a enfocar Aiete desde su propio relato. Dicho esto, Aiete es el lugar en que se van a encontrar todas las culturas políticas de este país. Y es importante que se reúnan y que transmitamos a la sociedad este mensaje. Yo lo que sí pediría es que los diferentes actos no nos impidan esa reflexión colectiva que nos permita identificar los retos pendientes. Avanzar en este proceso solo será posible si todo el mundo rema en la misma dirección, como ocurrió hace ahora diez años.