Irati Jimenez
Escritora
JO PUNTUA

Esperanza

Je Julio Cortázar, el gigante humano que encendió con su literatura los fuegos del milagro latinoamericano, creía que la esperanza es el único sentimiento que no es del todo nuestro, y tenía razón. Por eso, porque pertenece a la vida, porque es la vida misma defendiéndose, creo que tenemos el deber moral y político de mantenerla siempre viva y que nadie merece tanta compasión como las personas que la han perdido del todo. Siempre, eso sí, que no traten de llevarnos a su infierno. Que no nos persigan como muertos vivientes para contagiarnos su desamparo. Que no nos estén deteniendo, haciendo daño, jodiendo.

Me desesperan los desesperados que se empeñan en apagar todas nuestras esperanzas. Son los primeros en sumarse a los cínicos para empezar diciendo que el problema no existe; admitir después que existe, pero no es importante; decir ante la evidencia que puede que sí importe, pero no urge; y proclamar en última instancia que ya es demasiado tarde para hacer nada. Echan pestes porque se huelen lo peor y se huelen lo peor porque no dejan de echar pestes. Si alguien llega con una ilusión, le reciben con burlas, desprecios, obstáculos, malos augurios, miedos, ceniza. Desnutridas sus almas, penan en nuestras vidas en contra de la vida misma. Deberían desear victorias aunque no confiaran en ellas, por pura conveniencia, pero no pueden. Porque no quieren. Si oyen el grito de la humanidad diciendo que tiene sed, las huestes de la desesperación le dan a beber vinagre. Qué vergüenza. Qué miserables. Y con qué derecho.

Quizá saben, en el fondo, que han faltado a un deber y ponen en apagar todas las esperanzas, toda la esperanza que deberían poner en tener, sencillamente, esperanza. Noblemente, esperanza. Valientemente, esperanza. Esperanza cuando tengamos remedio, porque tendremos motivo. Y más aún cuando no tengamos ni remedio ni motivo. Entonces esperanza, más que nunca, que nos rescate con su luz, que nos consuele con su fuego, que nos alivie con su llama para que en el largo invierno del desamparo, sigamos ardiendo en ella.