Maitane ALDANONDO
Leioa

UNA SOLUCIÓN CIRCULAR PARA LOS RESIDUOS: DEL LABORATORIO AL MERCADO

La startup bizkaitarra Spouted Bed Solutions ha desarrollado y patentado una tecnología para la reducción y valorización térmica de residuos. Una alternativa que sus promotores describen como más eficiente y capaz de procesar materiales complicados.

Dar solución a los problemas de gestión de residuos y valorizar aquellos que a día de hoy no pueden ser reciclados son dos de las ventajas que ofrece la tecnología desarrollada por la empresa bizkaitarra Spouted Bed Solutions (SBS). La iniciativa creada en mayo de 2020 es el resultado de más de una década de colaboración entre Novattia Desarrollos y el grupo de investigación de Procesos Catalíticos y Valorización de Residuos de la Universidad del País Vasco (UPV-EHU). Al frente de la spin off está el santurtziarra Aitor Pablos, que con su tesis doctoral llevó del laboratorio a una planta piloto el trabajo realizado en esos años. Ahora quieren validar y mostrar la tecnología para lo que están construyendo dos plantas en el campus de Leioa.

La tecnología HECO –siglas en inglés de Contacto de Alta Eficiencia– permite la reutilización como materia prima de los residuos, su inertización o la generación de combustibles alternativos. Tiene unos sistemas interiores que por su movimiento hacen que la transferencia de materia y energía sea «muchísimo más eficiente». Es capaz de procesar cualquier tipo de residuos con independencia de su origen o morfología, y lo hace con hasta un 40% de ahorro energético, lo que reduce los costes de producción frente a otras alternativas. De sus ventajas, Pablos señala que «tiene un 95% de eficiencia energética y los productos que se obtienen son mejores. Funciona donde otras no y lo hace mejor con materiales complicados».

Tras años de investigación para su tesis, el responsable estudió las posibles aplicaciones de la tecnología más allá del secado, en la que se había centrado. Vio que tenía muchas, así como que encajaba en la valorización de residuos, por lo que comenzó a formarse en emprendimiento y a buscar a quién podía interesar esta solución. BBK Ekin seleccionó el proyecto, lo que fue el detonante para dar el paso. Después han llegado dos ayudas de Beaz, el premio Handira Jo de la UPV-EHU a la tesis con oportunidad empresarial, junto con varios proyectos Hazitek del Gobierno Vasco en los que colaboran con empresas de distintos ámbitos.

SOLUCIONES A MEDIDA

De las posibles aplicaciones, SBS se centra en el secado, la pirólisis, el tratamiento de arenas y la captura de CO2. A la hora de abordar el mercado, Pablos apunta que quieren sacar productos o tecnologías a medida, «dar soluciones concretas a necesidades reales». Han orientado el negocio hacia la venta de plantas y se dirigen principalmente a los generadores de residuos, «porque lo conocen el producto y lo pueden manipular»; excepto en el caso de la pirólisis, que lo transforma en algo «que no suelen tener la capacidad de sacar al mercado», como, por ejemplo, biocombustible o productos completos como estileno partiendo de poliestileno.

Actualmente, están construyendo dos plantas. En una investigarán y harán prototipos de los equipos a tamaño industrial, en la otra demostrarán la tecnología. Han validado tanto el secado como el tratamiento de arena, y ahora quieren ver si los resultados de laboratorio de la pirólisis se mantienen a gran escala. Ambas son plantas modulares. La estructura es la de un contenedor de barco, lo que facilita el montaje y el transporte, tanto en coste como en reducción de emisiones. Pablos opina que a corto plazo les darán la oportunidad de hacer proyectos reales. «Hasta ahora hemos sembrado muchísimo, ahora tenemos que demostrarlo», afirma. A medio plazo, quieren tener las primeras plantas en entornos reales y a partir de ahí sacar productos industriales.

Son seis en el equipo, con perfiles investigadores, técnicos e industriales. «Es un proyecto coral: la tecnología es de la universidad, Novattia apostó por el proyecto y yo he puesto la cara». El promotor reconoce que siempre había pensado en emprender y que la vida le ha ido colocando en esa situación. «Me tiré a la piscina sin saber si había agua, pero la verdad es muy emocionante. Creo mucho en el proyecto. Es una tecnología en la que llevo trabajando los últimos ocho años. Soy consciente de que queda mucho hasta tener nuestro primer reactor funcionando, que sea viable y pasemos de startup a pyme con rendimientos constantes. He pasado de ser ingeniero químico a ser de todo; gestionar una empresa es apasionante a la vez que complicado».