Raimundo Fitero
DE REOJO

Intestino

Cuando se hace casi imposible entender el clima, la política a granel o las funciones de los tipos de interés en la inflación, se sabe que una bioquímica catalana, Irene Miguel-Alianza, entra en el club de la inteligencia científica más antiguo, fundado en 1606, la Royal Society de Londres, porque es una investigadora que asegura que el intestino presenta diferencias de sexo. Es diferente el de hombres y mujeres. Eso para empezar. Y lo saben porque han investigado con moscas en un principio, ratones después y lo han ido aplicado a los seres humanos y han llegado a esas conclusiones tan rotundas.

Y es que resulta que tenemos unos quinientos millones de neuronas en el intestino. Neuronas. Sí neuronas. Por lo tanto, el intestino nos controla la fisiología, el metabolismo, el comportamiento porque incide en los nutrientes, la microbiota, las hormonas, el sexo, la reproducción, la inmunidad y el envejecimiento. O sea, tenemos hoy en ese lugar de las tripas un auténtico centro neurálgico que tiene que ver con el gusto, la alimentación, el placer y la fiesta. Y si atendemos a esa diferencia entre sexos, la cosa puede convertirse en una declaración más allá de la ciencia biológica, y entrar en la ciencia social. Y si apuramos el concepto, hasta el penal.

Porque se podría ir determinando que las enfermedades tienen en el sexo parte de su incidencia o su posibilidad de desarrollarse de manera diferente. Y en eso andan estas investigación es de esta científica que vive y trabaja en el reino Unido, que va a compartir sociedad con un número de varones elevadísimo y que va rompiendo esquemas y posicionándose en la cumbre de los estudios.

Así que además de cerebro somos intestino. Por lo que comer no es solamente un asunto de supervivencia sino de inteligencia. ¿O no he entendido nada? Debe ser eso.