Ana AGÚNDEZ BASTERRA
Cinturón negro de taekwondo y hapkido
GAURKOA

Autodefensa feminista versus femenina

Al calor de las fiestas veraniegas habidas y por haber en todos los rincones de nuestra geografía, surge el needle spiking (agujas clavadas). El efecto evidente de este fenómeno obliga a las mujeres a estar constantemente en alerta en vez de disfrutar de nuestro tiempo de ocio. Evidentemente, se produce una merma de derechos porque los pinchazos provocan una situación que invita a que restrinjamos los movimientos. Dicho de otra manera, estos hechos, se podrían interpretar como una forma punitiva que trataría de corregir y teledirigir la conducta de las mujeres.

Y con el mismo ardor de siempre, irrumpen las discusiones, surgen las alarmas feministas, los debates sobre cómo encarar la violencia ejercida contra nosotras; de qué forma tenemos que asumir nuestro propio cuidado, habida cuenta de que cuanto más deleguemos este a los hombres, más desprotegidas estaremos.

Indefectiblemente, cuando se sufren agresiones de cualquier tipo, se suscita la polémica de cómo encararlas y cuáles son las herramientas de que disponemos para intervenir sin tutelas ajenas.

Atendiendo al título de este artículo, reparemos ahora en las definiciones disímiles sobre los conceptos de autodefensa feminista versus femenina. Veamos si los adminículos expuestos en el sentido de apoyo, nos iluminan algo en unos tiempos en que mientras se llama a ocupar las calles al grito de ¡temblad cabrones!, se reiteran los mensajes de mesura. En calidad de feminista y profesora de artes marciales desde hace unas décadas, a menudo, me instan algunas compañeras a que dé mi opinión sobre las disyuntivas planteadas.

A diferencia de la práctica feminista, la llamada autodefensa femenina se basa únicamente en la protección física y, en teoría, está adaptada específicamente para las mujeres considerando aspectos anatómicos y fisiológicos. No propone reflexiones acerca de la construcción social de los sexos, de los diferentes tipos de violencia, su escala y su uso en especial sobre las mujeres y tampoco técnicas de defensa mental, emocional o verbal.Desde el punto de vista de las instructoras de AF, en lo referente a la utilización de técnicas de contención o defensa personal para minimizar los riesgos de una agresión inminente, la especificidad de la autodefensa feminista consiste en valerse de movimientos muy simples y fáciles de recordar, para que todas puedan usarlo de manera eficaz aún después de un curso corto.

Estando totalmente de acuerdo en la necesidad de un enfoque de género para combatir los ataques contra las mujeres, creo que por apriorismos y prejuicios, se ha generado una porfía estéril: la de enfrentar la autodefensa feminista, resguardada esta por formadoras y bastantes técnicas de igualdad de la actual vanguardia feminista, con la defensa personal en general. Bastaría con aclarar cuál es cual.

Las mujeres feministas que llevamos practicando desde muy jóvenes judo, taekwondo, hapkido, o cualquier otro arte marcial o deporte de contacto, razonamos el sistema de autoprotección estudiando las diferentes morfologías para adaptar o seleccionar el tipo de técnicas necesarias. Después de muchos años de práctica, vista las dificultades que entraña un aprendizaje técnico antiagresión, no podemos conformamos con cuatro trucos, ni con las ocurrencias traídas sin unas bases formativas serias. Además, la falta de rigor, las ilusorias expectativas generadas en cursos de días, ponen en riesgo a las practicantes.

Por aportar datos, diré que las referencias al aprendizaje de técnicas de jiu-jitsu por parte de las sufragistas inglesas a primeros del siglo XX, o la formación marcial adquirida por las militantes socialistas y comunistas, en la Alemania de los años 20, para luchar contra el fascismo, dan fe de unos nexos innegables. En ambos casos, se trataba de darle al colectivo femenino instrumentos ante la violencia política. En esta época, todavía no existía el debate sobre esta cuestión en la esfera privada.

Asimismo, quisiera precisar que la supuesta aportación feminista, en lo referente al ataque a los puntos vulnerables del hombre (testículos, laringe, rodillas…), ya se recoge desde hace siglos en los manuales de Kyusho Jitsu o Hyoldos, o en cualquier libro sobre los llamados puntos de presión y su relación con los nociceptores o receptores del dolor.

Puntualizado esto, es indudable que los espacios de trabajo y elaboración de teorías y/o recursos feministas son distintos a los de los hombres, pero en lo que respecta exclusivamente al aprendizaje de habilidades útiles para nuestra protección resaltamos un requisito imprescindible: la necesidad de una larga etapa de aprendizaje y el entrenamiento constante, por mor de la eficacia. Además, la defensa personal física que nosotras hemos aprendido incluye recursos defensivos múltiples, tácticas contrastadas en todas las fases de probatura o entrenamiento, también entrenado con hombres.

Nuestra formación profesional es un activo a tener en cuenta, no es un inconveniente. Nosotras no excluimos a nadie, al contrario, creemos en la necesidad de sumar medios y voluntades para lidiar contra el machismo y la misoginia que impera en la sociedad. Lo que patrocinamos unas y otras es absolutamente compatible.

Abogar para que renunciemos al adiestramiento en destrezas físicas de autoprotección, a todas luces recogidas como derecho a la legítima defensa, alegando que son inútiles porque el problema subyace en el poder patriarcal, tampoco ayuda gran cosa en la búsqueda de otras alternativas diferentes a las de ponerse detrás de una pancarta y leer los manidos alegatos.

Nosotras, por medio de nuestro grupo de entrenamiento, hemos logrado un espacio acogedor y seguro para formarnos en autodefensa. En los últimos 30 años, hemos dado clases a 3.578 mujeres de todos los ámbitos, de forma continuada o puntualmente. Y esto a modo de voluntariado, recorriéndonos muchos pueblos de EH, a instancias de colectivos de mujeres e instituciones, y, sobre todo, dirigiéndonos a las chicas estudiantes en la UPV-EHU.

La práctica en grupo de las técnicas que proponemos, mejora la autoestima y la salud emocional, además de aumentar nuestras capacidades de autodefensa. Esta es nuestra pequeñísima aportación. Un fuerte abrazo a todas las mujeres luchadoras.