Amaia EREÑAGA
DONOSTIA
ZINEMALDIA 2022

Juliette Binoche: «Hay que rechazar los papeles de mujer objeto»

A sus 58 años, con una carrera plagada de reconocimientos, Juliette Binoche sigue abogando por por arriesgarse, por buscar nuevos caminos, por no apoltronarse. Anoche sumó el Premio Donostia a esos galardones, y antes habló del papel de las mujeres en el cine y de los cineastas con los que ha trabajado, como un Godard del que no guarda muy buen recuerdo.

Juliette Binoche recogió anoche el primer Premio Donostia de Zinemaldia de la mano de Isabel Coixet.
Juliette Binoche recogió anoche el primer Premio Donostia de Zinemaldia de la mano de Isabel Coixet. (Gorka RUBIO FOKU)

Emocionada, Juliette Binoche recibió anoche en un auditorio Kursaal entregado el primer Premio Donostia de esta edición. Un galardón que busca reconocer una carrera como la suya, tan exitosa como arriesgada, tan plagada de éxitos como de sencillez a la hora de hablar de un oficio, el de la interpretación, que, después de tantos años de trabajo y tantas películas -más de 75 papeles protagónicos- sigue teniéndola enganchada.

Actriz ante todo, «mujer sobre el terreno», como se definió a sí misma en su encuentro con los medios, y mujer también que ha bregado con el machismo en la industria del cine, la Binoche mandó unos cuantos mensajes. Uno, que «si no hay riesgo, no hay gesto artístico». Otro, que «hay que saber rechazar papeles de mujer objeto para no entrar en el sistema». Es decir, abogó porque las propias intérpretes, para acabar con el machismo en el cine, dejen de participar en proyectos de tintes machistas.

Dorothy, ministros y redes

La actriz fue la gran protagonista de una jornada dominical intensa: mucha gente por las calles, muchos espectadores llenando las salas, y muchos medios y representantes del sector audivisual de aquí para allá, trabajando y haciendo contactos. La otra gran protagonista del día se esperaba que fuera “Sparta”, una de las dos películas a competición en la Sección Oficial proyectadas en el día de ayer. Pero no. Llegaba con olor a polémica, por las denuncias en la prensa alemana de falta de transparencia con los niños protagonistas -la historia va de un pederasta-. Pero sin rueda de prensa y sin la presencia del director, Ulrich Seidl, o su equipo, el día transcurrió con tranquilidad.

Se acercó a Donostia el ministro de Cultura y Deporte, Miquel Iceta, para, entre otras cosas, reunirse con creadores de contenidos de la plataforma TikTok -esta plataforma está realizando una amplia promoción de Zinemaldia en redes-, la película “Maixabel” de Icíar Bollaín recibió el premio Ezae, concedido por las salas de cine de la CAV, y Paco León estrenó anoche en el Velódromo su película más arriesgada, “Rainbow”, una extravagante, divertida, colorista, surrealista y deliciosa versión personal de “El mago de Oz”, que ha convertido en un cuento musical pop.

Amor y sexo en la madurez

Con su premio Donostia, Juliette Binoche presentaba también en Donostia “Avec l'amour et acharnement” (se estrenará en castellano como “Fuego”), su tercer trabajo con Claire Denis, Oso de Oro a la Mejor Dirección en el pasado Festival de Berlín. Por cierto, Binoche también sale en otra de las películas a concurso en Zinemaldia, “Le Lycéen”.

“Avec l'amour et acharnement” es una historia de «amor y deseo sexual en la madurez», como la definió la cineasta francesa. Se centra en el triángulo amoroso formado por la protagonista, su marido (Vincent Lindon) y la pareja anterior que ella abandonó, y está basada en la novela de tintes autobiográficos “Un tournant de la Vie”, de Christine Angot.

Y es cierto: hay mucho amor, pero mucho, mucho dolor también y mucho odio en esta película, que recibió unos discretos aplausos en su pase mañanero en el Kursaal.

Rodar con Godard, esa «ducha fría»

Juliette Binoche es parisina (1964) e hija de artistas -padre, escultor y mimo; madre, actriz-. Tuvo claro que quería dedicarse a la interpretación. Estudió en la Escuela de Arte Dramático de París y enseguida comenzó en el teatro. Debutó en el cine con “Les Nanas” (1984) y Jean-Luc Godard, un año después, le ofreció un papel en una película que sería todo un escándalo: “Yo te saludo, María”.

Del recientemente fallecido cineasta, un hombre que no tuvo buenas relaciones con las mujeres durante su vida, no tiene buen recuerdo, aunque reconoció ayer con elegancia que, con él, aprendió mucho. Tanto como que «esto es el patio del colegio». Debió de ser dura aquella primera experiencia en un rodaje con el “jefe” de la Nouvelle Vague: «En esa época yo trabajaba como cajera en unos grandes almacenes, para poder dedicarme a la interpretación, y el contraste entre lo que me pedía como actriz y lo que vivía en mi día a día, permanece en mi memoria. No me eligió para ese papel, pero creó un personaje secundario para mí y, luego cuando rodé con él, vi que el director de una película no es una persona que fuera a ayudarte y eso fue como una ducha de agua fría. Estuvimos como cinco meses dedicados a la película y no fue fácil, me producía angustia, pero aprendí que no podía esperar nada de él, que aquello no era el patio del colegio y que no había que esperar que te apoyaran sino estar preparada».

Juliette Binoche es una mujer de carácter, forjado por este tipo de experiencias. Cuando surgió el escándalo Harvey Weinstein, la actriz francesa, que ganó un Óscar en 1997 por “El paciente inglés”, producida por Weinstein, ya contó a “Le Monde” que sus traumas por las agresiones sexuales de las que fue víctima al comienzo de su carrera le permitieron «armarse rápidamente» y protegerse: «Cuando trabajé con Harvey Weinstein, sentía a quién tenía delante», dijo al periódico francés.

“El paciente inglés” (1996) fue su debut en el cine anglosajón y aquel Óscar como Mejor Actriz de Reparto, su lanzamiento internacional. Pero Juliette Binoche llevaba trabajando ya muchos años con todos los directores emergentes que surgieron en el Estado francés. Entre los 80 y 90 trabajó con los mejores: Krzysztof Kieslowski, Techiné, Kiarostami... en 2010 obtuvo el premio a la Mejor Actriz en Cannes por “Copia certificada”, del iraní Kiarostami, película con la que obtuvo los tres grandes premios de mejor actriz en los festivales de cine de Berlín, Cannes y Venecia.

El recorrido iniciático

Enamorada de la interpretación, no se mostró interesada por la dirección. «Bastantes cosas hago ya», dijo. «De un guion lo que me interesa es que haya un recorrido interior, de forma que haya una evolución del personaje. Todos vamos viviendo cosas a lo largo de la vida: envejecemos, nos casamos, nos divorciamos... Todo ese recorrido iniciático es lo que más me interesa que se plasme en la interpretación».

Preguntada sobre si siente que existen menos papeles para actrices mayores, admitió que ella personalmente no lo ha vivido así, pero que sí que es una situación que se da, evidentemente. Por contra, abogó por un cambio de actitud en las propias actrices: «A veces me ha sucedido en el cine americano, que me han llamado para ser la esposa. Hay que saber rechazar papeles para no entrar en ese sistema. Tenemos que saber buscar proyectos nuevos y trabajar fuera de los códigos machistas».

¿Se arrepiente de haber rechazado a algún papel? (lo ha hecho, por ejemplo, con Spielberg): «Responderé como Edith Piaf: no me arrepiento de nada».

Un película es como una mayonesa

La cineasta Claire Denis definió así a la actriz: «Cuando rodaba solo veía su belleza, pero no la de una mujer que es mona, sino su belleza profunda». Precisamente Denis fue la que más detalles personales dio ante la prensa sobre la nueva Premio Donostia; más que ella misma, por cierto, que se mostró como una mujer discreta: «Es una mujer que ama vivir una vida plena, y la tiene -dijo la cineasta-, no solo como actriz. Lo hace todo de forma plena en la vida: trabajar en el jardín, cocinar, pintar, educar a sus hijos, preparar una película... lo hace todo siempre en profundidad».

De hecho, como buena cocinera, Binoche hizo un paralelismo sobre qué es rodar una película. «Es como hacer una mayonesa: cada elemento es importante y cada uno de sus ingredientes debe asumir sus riesgos».

Y un director o directora, añadió, es quien «lleva las bridas de una película». Eso, a veces, crea inseguridad si eres actor, ante la falta de control del trabajo de uno mismo: «Hay que saber confiar», reflexionó.