En plena tensión bélica en Europa y una creciente carrera de armamentos en Asia, Corea del Norte lanzó un misil balístico que sobrevoló Japón y obligó a parte de la población a refugiarse, algo que no sucedía desde 2017.

Antes de caer en el Pacífico, el misil recorrió la mayor distancia alcanzada hasta la fecha por un proyectil norcoreano.

En varias localidades niponas se activó el sistema de alerta civil y se recomendó a la población buscar refugio a través de sirenas, altavoces públicos y de mensajes de texto.

Se trata del quinto lanzamiento de misiles balísticos por parte de Pyongyang en los últimos diez días, y coincidió con las maniobras militares conjuntas que están llevando a cabo Seúl, Washington y Tokio, y con la visita a Corea del Sur de la vicepresidenta estadounidense, Kamala Harris.

El misil alcanzó una altura máxima de 940 kilómetros y recorrió una distancia total de 4.500 kilómetros hasta caer a unos 3.200 kilómetros al este del archipiélago japonés, según detalló el Estado Mayor Conjunto surcoreano.

El Ejército surcoreano estima que se trató posiblemente de un «misil balístico de alcance intermedio (IRBM)», aunque precisó que aún analizaba la información disponible con sus aliados.

Prueba nuclear

El hasta ahora último lanzamiento con un IRBM por parte de Corea del Norte tuvo lugar el pasado enero. En agosto y septiembre de 2017 testó otros dos proyectiles similares que también sobrevolaron el norte japonés.

Además de un aumento en la cantidad y envergadura de las pruebas de armas norcoreanas, la prueba se observó como un avance de una nueva detonación nuclear que algunos analistas esperan tras la conclusión del congreso del Partido Comunista Chino para no soliviantar a Pekín.

El primer ministro nipón, Fumio Kishida, tachó de «acto de barbarie» el nuevo test norcoreano, mientras que el presidente de Corea del Sur, Yoon Suk-yeol, advirtió a Piongyang de «una respuesta decidida».

Tokio ha aprobado un presupuesto récord de Defensa para el próximo ejercicio y prevé adquirir nuevas capacidades defensivas «sin descartar ninguna opción». Además acordó con EEUU «reforzar las capacidades de disuasión y respuesta» de la alianza en la que también se integra Seúl ante la que consideran «amenaza grave e inminente para la seguridad de Japón».

El líder norcoreano, Kim Jong-un, enmarca su programa balístico en la autodefensa y la preparación ante un ataque externo.