Resulta patético comprobar la finura de piel de algunos personajes de la más extrema derecha más española, como es el caso de Federico Jiménez Losantos. Su programa de radio, sus columnas y la más normal expresión salida de su boca serían llevadas a la Fiscalía en cualquier democracia moderna. Parece obvio que este individuo puede decir lo que le rote. Inducir al crimen organizado, proclamar la necesidad de violencia política, descalificar a siniestra y más a la siniestra, aunque de repente, dependiendo de quién sea el que le suministra el ingreso publicitario puede llamar a un presidente de su cuerda «maricomplejines». Así es este «maestro» del birle y el retruécano, una voz ahogada en la nada reaccionaria y el odio. Lo cierto es que, sin saber con exactitud en que se basan, todos se ponen de acuerdo en señalarlo como alguien muy inteligente y como el mejor de todos los insultadores existentes en la charca de la extrema derecha bicéfala. Por eso, la reacción que está teniendo ahora mismo contra Vox, debe responder a cuestiones mafiosas, no el resultado de un proceso de causa-efecto, ya que Espinosa de los Monteros simplemente ha declarado que la financiación de su web, cadena, etcétera «está en entredicho», asunto que no es novedoso, sino que se sabe por declaraciones en sede judicial que la banda del PP le hizo donaciones en negro, como debe ser, para fundar sus negocios ultras de manipulación comunicativa. ¿Estará pagando ahora el favor que necesita el partido del hombre menguante para simular que se desmarca de Santi? Todo es posible e inverosímil a la vez.