EDITORIALA

La zona gris en la frontera de la UE se ensancha

La ONG vasca Salvamento Marítimo Humanitario (SMH) confirmó ayer que abandona Quíos tras siete años gestionando un proyecto de atención sanitaria en el campamento de refugiados de la isla griega. La razón de su marcha es que no puede cumplir los requerimientos burocráticos impuestos por las autoridades helenas. La otra ONG que quedaba en ese lugar, la alemana Dental Emergency, también ha tenido que marcharse. De este modo, Quíos, que se encuentra a apenas a 11 kilómetros de la costa turca, se queda sin voluntarios de organizaciones humanitarias. Probablemente, las autoridades griegas aprovechen la ocasión para transformar la isla en un centro de deportación.

La política de eliminar testigos incómodos en las fronteras ha sido adoptada por todos los países europeos de la cuenca mediterránea. Han optado, además, por una estrategia ciertamente sutil: en vez de prohibir expresamente las actividades humanitarias, algo que provoca el rechazo de la ciudadanía, se han centrado en multiplicar los requerimientos burocráticos hasta convertir en imposible cualquier actividad. Buena muestra de ello es la salida de SMH de Quíos, pero también las misiones de rescate del Aita Mari, que se han convertido en una laboriosa yincana de trámites burocráticos. Esta expulsión de testigos de las fronteras comunitarias tiene dos consecuencias muy graves: por una parte, se convierten en zonas en las que no se respetan los derechos humanos de las personas refugiadas que tratan de alcanzar Europa; las devoluciones en caliente o las actuaciones de los guardacostas griegos dejando a los refugiados a la deriva son un buen ejemplo. Y, por otra, crece la inseguridad y la posibilidad de morir en el tránsito, como lo atestiguan las cien personas que se han ahogado estas dos últimas semanas en las costas italianas, donde no había barcos de rescate.

Los Estados europeos siguen empeñados en ensanchar la zona gris en la que han convertido la frontera de la Unión. Una nefasta decisión que solo acarreará más sufrimiento y muerte a los refugiados que huyen de las múltiples catástrofes que asolan al mundo.