Raimundo FITERO
DE REOJO

A propósito del despropósito

Sacar conclusiones de un acto de filibusterismo parlamentario es una de esas tareas en las que nos empeñamos en hacer el ridículo articulistas, tertulianos, cuñadas y portavoces de los partidos. Lo único claro es que la estrategia televisiva del pistolero de Amurrio ha tenido sus claroscuros, que ha dejado a su amigo Borja Mari descolocado y que Tamames es a la historia de la democracia parlamentaria como un suerte de cuchillo clavado en un tomate por un anarcoide de extrema derecha delirante. Yo resumo: tonto no es, es un cínico chaquetero que se ha perdido el respeto a sí mismo y que seguramente habrá ganado la apuesta de esa noche de vinos y anís seco en la que alguien le retó con un «no hay cojones a presentarte como candidato». Fernando Sánchez Dragó se lo ha pasado genial.

Por lo demás, todo ha transcurrido dentro de lo más previsible. Que Feijóo no haya dado señales de vida es, en primera instancia, una muestra de inconsistencia, de cobardía, de miedo escénico, de falta de liderazgo, lo que entra dentro de su urgente transformación en un hombre insignificante. La reacción de Pablo Iglesias y su incontenible enfado histérico y egocéntrico por la actuación coordinada entre Sánchez y Díaz, viene a indicarnos que lo que es hoy Podemos, no va a colaborar en nada que sea una unidad de las izquierdas que no pivote sobre ellas, sino que va a propiciar su fragmentación, por una cuestión que se disfrazará de fundamentalismo y estrategia política, pero que tiene muy poca virtualidad electoral para tener garantías de repetir gobierno de coalición.