EDITORIALA

Prohibir el aborto solo provoca sufrimiento

La Corte Interamericana de Derechos Humanos ha examinado esta semana en audiencia pública el caso de Beatriz, una mujer salvadoreña a la que hace diez años las autoridades negaron la posibilidad de abortar, a pesar de que el feto tenía una malformación congénita incompatible con la vida. Tal y como los médicos pronosticaron, la hija de Beatriz murió a las cinco horas de haber nacido. Su caso se volvió un símbolo de la lucha por los derechos reproductivos en uno de los países con una de las legislaciones más duras contra el aborto. Ahora la Corte deberá decidir si el Estado salvadoreño violó derechos humanos fundamentales.

La ley de El Salvador es muy estricta y prohibe todo tipo de interrupciones del embarazo, incluso si su culminación pone en riesgo la vida de la madre. Tampoco contempla la opción del aborto cuando el embarazo es el resultado de una violación o del incesto. Incluso hay mujeres encarceladas, cumpliendo largas condenas, por haber sufrido emergencias obstétricas durante sus embarazos que fueron procesadas y condenadas por un delito de homicidio agravado. Un ejemplo diáfano de hasta dónde puede llegar el machismo en su afán por controlar el cuerpo de las mujeres y también una muestra de hasta dónde llega el fanatismo de los grupos religiosos ultraconservadores en su cruzada contra el aborto. Su intransigencia termina poniendo en peligro la vida de las mujeres. Además, suelen ser las mujeres de extracción humilde y con pocos recursos, como Beatriz, las que sufren las peores consecuencias de estas legislaciones inhumanas.

Una resolución favorable a los derechos de las mujeres tendría dos importantes efectos. Por un lado, obligaría a El Salvador a modificar su legislación, aunque la mayoría retrógrada que lidera el presidente Nayib Bukele ha negado esa opción; y por otro, crearía jurisprudencia que afectaría al resto de países firmantes de la Convención Americana sobre Derechos Humanos. En cualquier caso, cualquiera que sea la resolución de la Corte, el patriarcado está herido de muerte por el empuje del feminismo. Y la lucha por los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres continuará con fuerza.