Mikel INSAUSTI
CRÍTICA: «LA SIRENITA»

Disney pierde parte de su magia con la imagen real

Las películas más difíciles de comentar no son las de autor, sino las grandes producciones, ya que es imposible condensar la cantidad de aspectos técnicos y artísticos que encierran de cara a hacer una valoración más o menos equilibrada. La puntuación es puramente orientativa, indicando que “La Sirenita” (2023) es válida como espectáculo audiovisual, pero no es una obra maestra que vaya a pasar a la posteridad, ni siquiera dentro de las antologías de Disney. Hay muchos elementos que funcionan, y otros que no, por lo que el balance ha de ser algo intermedio. Para la compañía de Burbank las versiones con personajes de carne y hueso de sus clásicos animados son un negocio, aún a riesgo de que en cada una de esas adaptaciones se vaya perdiendo la magia original. La crítica anglosajona utiliza el término “live-action” para referirse a ellas, pero el concepto de imagen real resulta inexacto, puesto que los efectos CGI se apoderan de la pantalla, con sus animales parlantes, por más que el cangrejo Sebastián sea esta vez un crustáceo tal cual, en lugar de una divertida caricatura cantarina.

Si se ha elegido a Rob Marshall como director es debido a su condición de especialista en películas musicales, con lo que se potencia esa cualidad y las nuevas canciones del puertorriqueño Lin-Manuel Miranda sumadas a las ya existentes de Alan Menken funcionan. Y con la cantante y actriz Halle Bailey como figura estelar, que es la reina del show. Ha sido un acierto del reparto, lo mismo que la arrolladora presencia de Melissa McCarthy como Úrsula. Y si se trataba de dotar de corporalidad a los personajes, estrategias inclusivas coyunturales al margen, éstos ganan en crediblidad cara a las nuevas generaciones de niñas y niños de la era materialista.