Aritz INTXUSTA
IRUÑEA

El plazo para investir presidente en Nafarroa va más allá del 23 de julio

La convocatoria electoral del 23 de julio sacude el proceso de investidura que tenía previsto María Chivite. La actual lehendakari puede intentar una votación antes de la cita con las urnas que ha fijado Pedro Sánchez, pero también después. Las dos últimas en la Comunidad Foral fueron largas y hacen bastante probable una investidura después de la convocatoria estatal.

Chivite entrega la papeleta con su nombre en el pleno de investidura de 2019, cunado logró la mayoría de síes.
Chivite entrega la papeleta con su nombre en el pleno de investidura de 2019, cunado logró la mayoría de síes. (Iñigo URIZ | FOKU)

La normativa que hay en Nafarroa para la elección del presidente es ligeramente diferente a la del Estado. La norma básica es que un candidato debe conseguir mayoría absoluta de apoyos en la Cámara y, de no conseguirlo, lograr más síes que noes en una votación que se repite al día siguiente. Los números de una eventual candidatura de María Chivite se pueden adelantar hoy. Sin embargo, no parece lo más probable una sesión de investidura inmediata.

Si la lehendakari en funciones consigue revalidar su acuerdo con Geroa Bai y Contigo-Zurekin, Chivite tendría 21 síes. UPN, PSN y Vox suman 20 noes. Los 9 de EH Bildu tienen en su mano qué hacer con ella: o la tumba votando que no, o la puede hacer presidenta tanto con síes como con abstenciones. La última vez, escogieron la segunda opción.

La otra mayoría posible para sacar un presidente con la actual distribución de la Cámara es que UPN y PSN sumen sus votos (26), de modo que alcancen mayoría absoluta.

La ley marca que todo ha de resolverse en los tres meses siguientes a la votación. En este caso, esto significa que si el lunes 28 de agosto no se articula alguna de las mayorías antes citadas, las elecciones en Nafarroa se repetirán de forma automática.

El siguiente paso es la constitución del Parlamento, que sí tiene fecha: 16 de junio. Ese día se elige al presidente de la Cámara y a los miembros de la Mesa. A partir de ese momento, el presidente del Parlamento se convierte en una suerte de maestro de ceremonias que marca los tiempos para buscar, reuniéndose con los distintos partidos, algún candidato a la Presidencia.

Esta primera ronda de contactos dura diez días, aunque el plazo podría acortarse si alguien diera el paso. De aparecer una persona con posibilidades de lograr el apoyo necesario, el presidente del Parlamento convocará un pleno de investidura. Debe avisar a todos los partidos con un mínimo de tres días. Esto implica que, en el escenario más veloz, podría haber un pleno de investidura el 29 de junio.

Sin embargo, la ley no obliga a ningún parlamentario a dar ese paso. Si nadie lo solicita, el presidente del Parlamento seguirá buscando y buscando. Mientras, los partidos seguirán negociando en público y en privado, con mayor o menor énfasis, dependiendo de la prisa que tengan.

Pueden dejar correr el tiempo, siendo su único límite el 28 de agosto para la votación (luego el presidente debe ser refrendado por el rey español, y publicado en el Boletín, pero estos formalismos no computan para el plazo).

Puede darse el caso de que alguien se lance a la piscina y se presente a una investidura con un acuerdo sin cerrar o solo por tratar de percutir una situación de bloqueo.

Estarán tentados a protagonizar una jugada así Esparza para reivindicarse como el líder del partido más votado o quizás Chivite, tratando de poner a sus aliados contra la espada y la pared.

En caso de que alguien se decidiera a presentarse, los parlamentarios votarán en secreto (voto cerrado depositado en una urna). Si fracasa la mayoría absoluta, automáticamente se convoca un pleno a las 24 horas. Y si el candidato fracasa también esta segunda vez, tampoco pasa nada. Puede volver a intentarlo, en principio, cuantas veces quiera.

ENTRE 9 Y 10 SEMANAS

Si se acude a los dos últimos procesos de investidura, donde las negociaciones pueden considerarse como bastante complejas, Uxue Barkos se presentó a la investidura el 20 de julio (nueve semanas después de las elecciones) y Chivite resultó elegida el 2 de agosto (diez semanas después).

La irrupción de unas elecciones estatales el 23 de julio, por tanto, coincide con la celebración de investiduras, añadiendo el condicionante de una campaña electoral enturbiando negociaciones durante dos semanas. Resultaría insólito verles negociar por la mañana y enfrentarse por el voto durante la tarde.

Por todo ello, salvo un interés muy claro de Chivite para cerrar un acuerdo rápido, lo más factible sería una investidura posterior a los comicios estatales. Quedarían cinco semanas desde la fecha de las generales hasta el lunes 28, límite para elegir presidente.

Por otro lado, el presidente del Parlamento podría verse en un aprieto en caso de que algún candidato quiera celebrar un pleno de investidura durante la campaña electoral de las generales con el objeto de obtener notoriedad de cara a la contienda estatal.

Siendo este el escenario a rasgos generales, Chivite sigue teniendo la iniciativa. En su dilatada carrera política, la lehendakari se ha mostrado como la antítesis de Sánchez. El presidente español acostumbra a correr grandes riesgos, mientras que la de Cintruénigo se ha mostrado muy prudente y paciente. Es dudoso que Chivite haga un movimiento serio hasta que todo se serene. Por el momento, las aguas corren turbias.