Albert NAYA MERCADAL
ELECCIONES EN TURQUÍA

Erdogan remata la primera vuelta y revalida su presidencia hasta 2028

El líder turco Recep Tayyip Erdogan se impone en la segunda vuelta de las elecciones turcas, gracias al apoyo del ala dura del panturquismo y con un Gobierno todavía más rigorista.

(Adem ALTAN | AFP)

No eran ni las 9 de la noche y los simpatizantes de Recep Tayyip Erdogan ya tomaban las calles para celebrar la nueva victoria: con el 52% de los votos, el mandatario revalidaba la presidencia por tercera vez. Y ya van más de veinte años como el hombre fuerte en una Turquía que se ha ido modulando a su favor, mientras la oposición se ha ido desvaneciendo.

Y si en la primera vuelta los sondeos apuntaban a una victoria opositora que nunca se materializó, en la segunda sí acertaron. Los simpatizantes de Erdogan acudieron a las urnas sabiendo que era favorito en unos comicios que en campaña se le pusieron cuesta arriba. Economía y terremoto fueron los dos conceptos que más resonaron, porque la oposición sabía que si el terremoto había destrozado la vida de millones de personas en las provincias del sur y del sudeste de Anatolia, la economía se sigue comiendo los sueños de la población en todo el país.

Ese será el reto que afrentará Erdogan en los siguientes meses y todo el país se pregunta si el presidente podrá revertir la situación: la divisa está en caída libre y la inflación supera el 100%, según economistas independientes.

En cuanto al terremoto, los comicios han dejado entrever que la campaña de Erdogan por reconstruir las zonas devastadas en tiempo récord ha dado sus frutos. Todas ellas, menos Adana, han votado a favor del actual mandatario. Incluso en uno de los epicentros, Kahramanmaras, donde se registró un número de fallecidos de vértigo, Erdogan obtuvo un 75% de los votos, incluso más que en la primera vuelta. En Gaziantep ganó con el 62% del apoyo. En Osmaniye, con el 62%. Muchos, por lo tanto, no penalizaron al presidente por una gestión que dejó sin ayuda a miles de afectados.

REPRIMENDA KURDA

En las zonas kurdas fue donde obtuvo menos apoyo, perdiendo en muchas de ellas. En Diyarbakir, considerada capital kurda dentro del Estado turco, obtuvo el 28% de los votos, mientras que en Mardin o Sirnak tampoco pudo superar el 30% de los sufragios. Según apuntan los analistas, el pacto entre el opositor Kiliçdaroglu y el izquierdista y pro kurdo Partido Democrático de los Pueblos (HDP) surtió efecto, dejando a Erdogan sin el apoyo suficiente. Y más importante aún, el pueblo kurdo no olvida que sus voces han sido silenciadas durante décadas.

La capital, Ankara, y la ciudad más importante del país, Estambul, también certificaron que siguen dándole la espalda, tal y como ocurrió en las locales de 2019, cuando Yavas e Imamoglu expulsaron al gubernamental Partido de la Justicia y del Desarrollo de los respectivos ayuntamientos. Pero Anatolia es grande: hasta 52 provincias, de 81, siguen confiando en Erdogan.

Y como el recuento esta vez fue más ágil, los resultados llegaban como un relámpago a medida que caía la tarde. La agencia privada Anka, que realizó su propio recuento, mostró unos primeros resultados en los que Kiliçdaroglu se imponía. Mientras el país aguantaba la respiración, poco a poco, Erdogan tomaba ventaja hasta que la diferencia entre ambos candidatos se hizo tan amplia que los cláxones de los coches en las calles de Estambul eran cada vez más sonoros y sus simpatizantes más numerosos.

FELICITACIONES

Sin la victoria del todo certificada, el primer ministro húngaro, Viktor Orban, o el emir de Qatar, Tamim bin Hamad al-Thani, felicitaban al mandatario turco. Y con la victoria ya oficial, las felicitaciones caían en cascada. Joe Biden, quién llegó a decir públicamente -cuando aún no era presidente- que apoyaba a la oposición y guiñó el ojo a la causa kurda, envió también la suya: «Espero continuar trabajando juntos como aliados de la OTAN en asuntos bilaterales y los desafíos globales que compartimos», dijo.

Putin, otro gran beneficiado por la elección de Erdogan, elogiaba la valentía de su socio por llevar a cabo una política exterior independiente, en clara alusión a la negativa turca a imponer sanciones al Kremlin por la invasión de Ucrania. El mundo islámico, como Pakistán o Azerbaiyán, también se deshacían en elogios hacia él. Incluso Afganistán, bajo las garras talibanes, se congratulaba de seguir teniendo al líder turco como interlocutor.

Porque su victoria no solamente representa el continuismo de su mandato, también da alas al rigorismo islamista: la entrada en la Asamblea del Hüda Parti, una pequeña agrupación política salafo-yihadista, extrema el discurso de Erdogan. Además, el pacto con el panturquismo sella cualquier posibilidad de entendimiento -si la había- con los kurdos y los sectores de la izquierda. Por lo tanto, se avecinan días difíciles para el colectivo LGTB, el feminismo y cualquier tipo de oposición ante un Erdogan que se perpetúa en el poder y sigue controlando un parlamento cada vez más escorado a la derecha.