EDITORIALA

También hay migración de alto «standing»

El estudio realizado por el observatorio Ikuspegi sobre las relaciones laborales de la población de origen extranjero en la CAV certifica algunos aspectos de una realidad ya conocida, aunque también apunta la existencia de algunas situaciones de las que se habla bastante menos y que también merecen una reflexión. La investigación se ha realizado a partir de los datos oficiales. Una limitación que inevitablemente deja fuera la economía sumergida en la que, por desgracia, laboran muchas personas migrantes por falta de papeles, con lo que los resultados del análisis tienen cierto sesgo de partida.

Entre las conclusiones destaca que el porcentaje de personas extranjeras ocupadas es menor que el de la población autóctona, y mucho menor todavía entre las mujeres, de modo que casi un tercio de las mujeres de origen extranjero no trabaja en el ámbito público, ocho puntos más que en el caso de las autóctonas. Una situación que restringe las posibilidades de una vida social más allá de la familia o la comunidad a la que pertenecen. En cuanto a la actividad que desempeñan, el 75% de las personas de origen extranjero trabajan en el sector servicios, lo que supone casi el 95% de las mujeres y más de la mitad de los hombres. Entre las actividades predominan la restauración, la venta, los cuidados y los trabajos catalogados como ocupaciones elementales. En todos ellos las mujeres son mayoría, es decir, son las que trabajan en los sectores que menos cualificación exigen, más precarizados y con peores condiciones laborales.

Sin embargo, en el otro extremo de la escala laboral, la proporción de directores y gerentes de origen extranjero es superior al de la población autóctona. Un dato que sugiere que también existe una importante migración de alto standing ligada a actividades de dirección empresarial, posiblemente un efecto inducido por la adquisición de empresas vascas por parte del capital internacional. En este caso, las instituciones vascas sí estimulan este tipo de migración ofreciendo importantes incentivos fiscales, lo que subraya, más si cabe, el trato injusto que se da a los migrantes empobrecidos.