Léa Todorov nos invita a ser partícipes de un viaje a través de una época de cambio en el mundo educativo, donde figuras como María Montessori se revelaron como pioneras de ideas pedagógicas revolucionarias aplicadas a niños discapacitados.

La película se centra en dos mujeres de gran fuerza: la propia Montessori, interpretada por una entregada Jasmine Trinca, y la ficticia Lili d’Alency, encarnada por Leïla Bekhti, quienes se convierten en símbolos de lucha y resistencia en un mundo dominado por hombres. Ambas comparten la lucha contra la marginación y la dificultad de conciliar su papel de madres con sus ambiciones profesionales. Uno de los puntos fuertes de la película es su autenticidad en la representación de los niños discapacitados, especialmente destacando la actuación conmovedora de Rafaëlle Sonneville-Caby como Tina, la hija de D’Alency.

A través de estas interpretaciones, la película ilustra la importancia de la atención, la paciencia y el amor en el proceso educativo, destacando los principios fundamentales de la pedagogía Montessori. Sin embargo, la película peca de querer abarcar demasiado en un espacio limitado, dejando algunas áreas de la vida de Montessori sin explorar adecuadamente. La relación con Giuseppe Montesano, las tensiones familiares y sus creencias religiosas son solo algunos de los temas que quedan poco definidos. Esta falta de cohesión dificulta un tanto la comprensión completa del personaje y su legado.

A pesar de estas limitaciones, “María Montessori” ofrece un retrato apasionante de una mujer extraordinaria que desafió las normas establecidas y cambió para siempre el mundo de la educación. Su legado perdura hasta el día de hoy, recordándonos la importancia de la innovación y la paciencia en el proceso de enseñanza y aprendizaje.