Raimundo FITERO
DE REOJO

Caso a caso

Ya falta menos. El apocalipsis llegará una mañana de estío cuando reine el hastío. El hastío llega cargado de estrés. El estrés se convierte en adrenalina o en plastilina. El vídeo promocional de los Juegos Olímpicos de París de dentro de unas semanas es una maravilla. ¿Influirá en el voto? Con la respiración contenida los fofisanos se hacen las fotos de playa o piscina. Todas las aficiones que pueblan las gradas de los estadios de fútbol de esta Copa de Europa, ¿representan a la misma clase social, al mismo espíritu nacional o es una sofisticada operación de mercadotecnia y promoción de cada destino turístico desconocido?

Si se pone la lupa sobre la ola de violencia machista se puede llegar a desmembrar la situación y dejarse llevar por el caso a caso hacia la particularidad de cada asesino o de cada situación. Pero quizás se deba volver al recurso eterno de entender que cada caso forma parte de un mismo movimiento terrorista, de una banda no reglada de criminales. O lo justo lo contrario. Todo va a depender de si estamos por entender la historia de una manera individual o si aceptamos que nuestros comportamientos tienen un componente social, colectivo, que puede ser definitivo en muchas situaciones.

La casuística parece diversa, pero hay un claro denominador común: un machismo ideologizado que enraíza con la barbarie ancestral que atraviesa todo el acerbo cultural del nacional catolicismo desde sus orígenes trentinos. Escribo por no acabar de entender de manera racional y querer demostrar mi estupefacción ante la crueldad vicaria que vemos en cada nuevo caso.