Hoy, en la lista oficial de conmemoraciones grandilocuentes de la UE, se celebra el Día de la Solidaridad. Creo que es una buena ocasión para recordar la precariedad que acosa a este concepto que, en principio, debería considerarse fundamental en una democracia que se precie. Esta semana se han celebrado en Gasteiz las jornadas “Periodismo de Calle”. Ayer, la periodista Ebbaba Hamedida, de Reporteros sin Fronteras, habló de los profesionales perseguidos y asesinados por contar la verdad de lo que ven. Carmen Parejo, directora de la revista “La Comuna”, en un artículo publicado el jueves, centraba la denuncia en la «normalización» de lo que ella llama «la masacre de periodistas palestinos» en la Franja de Gaza. «Normalizar», esa es la idea clave, y quizás el secreto, para no cuestionar las derivas fascistas del sistema.

En la ideología de orden y acatamiento que esconde la frase «es lo que hay», la solidaridad política y social entre trabajadores y pueblos se considera un elemento distorsionador, propio de gentes de mal pensar... marxistas, comunistas, internacionalistas, sindicalistas, independentistas, feministas... Las mismas que, durante la Vuelta, desplegaremos la bandera palestina y recordaremos que Israel, la UE y EEUU son los señores de la guerra, del hambre y de la muerte.