Raimundo FITERO
DE REOJO

A pedradas

Esta realidad de autoficción política va a reventar las costuras de una sociedad despistada y entretenida con las peripecias de un chapero descuartizador y sus equipos de defensa y aplausos vergonzantes en los platós y las columnas. Sigue siendo una ucronía perpetúa lo de Tailandia, su sistema judicial y penitenciario y la curiosidad de que su reina esté en las aguas mediterráneas a bordo de uno de los barcos que compiten en esa regata del lujo desmedido, a lo que debemos añadir en la parte baja de lo tóxico que aparezca una denuncia contra Irene Montero por unas piedras coloreadas. El montaje mediático-político es tan rudimentario que ayuda al desalojo de principios de prudencia y asegurar que son torpes, burdos, mentirosos y descerebrados. Esa banda de Feijóo sigue siendo un disparate, un compendio de mercenarios de la incongruencia política.

Por eso, levantar la cabeza y ver lo que está sucediendo en Francia, con el pequeño emperador Emmanuel Macron haciendo maniobras parlamentarias que descolocan a casi todos los que miran a esa república como un lugar de referencia, impidiendo que una mujer propuesta por la mayoría del Frente Popular alcance la categoría de primera ministra, nos sitúa en un pozo democrático bastante complicado de asimilar. La estigmatización desde El Eliseo de una posibilidad de cohabitación con la izquierda es algo inverosímil, es demoledor, es trumpismo retorcido, podría alguien compararlo con la situación de Maduro. Y todo porque existe un auge de los insumisos, es decir, de los que quieren en cambiar estructuras de poder económico y social.