Raimundo FITERO
DE REOJO

Agallas y razones

Retar desde un atril o púlpito de portavocía de manera universal a los que opinan diferente sobre cualquier asunto de contenido político a tener agallas para llevar la contrario a tu pensamiento entra mejor en el sistema dialéctico de los asuntos que se resuelven en las tabernas y solaneras de mi barrio, que en un campo de debate partidista o político donde desde un cartesianismo puro de reminiscencias ilustradas debería usarse de medidor habitual el razonamiento más materialista, aunque esté impregnado de injertos utopistas.

Porque lo de tener agallas se parece mucho a lo que los cuñados llaman tener cojones. Y si se miran los extractos seleccionados de la propaganda partidista cotidiana en forma de cortes en entrevistas radiofónicas de unos, de ruedas de prensa tras consejo, está la cosa en el punto del reto más extremo. Se disimule como se quiera disimular, se trata de ir apretando en cada momento para poner al otro en un brete, fuera de la posibilidad de contrarrestar sin sufrir rasguños.

Así se puede entender lo de Putin en Mongolia, lo de Maduro y la persecución judicial a la oposición, el terrible órdago de Netanyahu, el nombramiento de un ministro como presidente del Banco de España, la gesticulación del presidente del gobierno de Canarias anunciando la denuncia en los juzgados al gobierno central por la llegada de migrantes y así hasta llegar a un situación bastante razonable: se han puesto de acuerdo en el CGPJ y han nombrado presidenta del mismo y del Tribunal Supremo a Isabel Perelló. Y juran que es progresista. El acabose.