Natxo MATXIN
REAL

Primera derrota foránea por otro penalti en contra y falta de colmillo

La escuadra txuri-urdin sigue dejando detalles de que todavía le resta bastante camino para volver a ser el bloque de antaño. En Son Moix no solo careció de puntería, algo que viene mostrando en este inicio liguero, sino que también le costó hilar fútbol.

Solo la salida de Kubo tras el descanso animó un tanto el juego ofensivo txuri-urdin.
Solo la salida de Kubo tras el descanso animó un tanto el juego ofensivo txuri-urdin. (Miquel BORRÁS | AGENCIA LOF)

Primera derrota foránea de la Real, que sigue sin dar con el tono competitivo necesario en este inicio liguero. Repitió falta de pegada en Son Moix, aunque por lo menos frente al Real Madrid ofreció una buena imagen, algo que no ocurrió en el feudo bermellón. Para más inri, volvió a caer desde los once metros, en el cuarto penalti en contra que se le pita a la escuadra txuri-urdin en lo que va de torneo, siendo el conjunto más castigado en este apartado.

Una pena máxima que, con el actual reglamento y el ojo avizor del VAR, ahora mismo se sanciona y cuya transformación acabó resultando un obstáculo insalvable para el bloque dirigido por Imanol. El técnico oriotarra, mediatizado por las obligadas rotaciones, al igual que hizo su rival Jagoba Arrasate, intervino al descanso y en la última media hora de juego con un triple cambio que poco varió la tendencia del duelo, más allá de las apariciones esporádicas de Kubo.

Además de disponer de la pelota en menor medida de lo que acostumbra, la Real careció de conexión entre la medular -por mucho que se empeñase Zubimendi- y la delantera, sin que nadie ejerciese en esa posición de enganche, con Oyarzabal ocupando una ubicación de ariete que le restó movilidad y participación. Un déficit que lógicamente afectó a la hora de generar ocasiones, aunque en una aislada bien pudo Barrenetxea adelantar a su equipo, corrigiendo Román con la manopla su error al quedarse a media salida.

PENALTI «INVOLUNTARIO»

Sin quererlo, el donostiarra fue protagonista desafortunado del lance que decidió el encuentro, al interponerse a un centro con el brazo muy extendido, una circunstancia que en el fútbol actual se paga con creces pese a que tenga un carácter involuntario. Lo peor no fue verse por detrás, sino comprobar cómo el cuadro txuri-urdin resultaba incapaz de reaccionar, de hilvanar la dosis de fútbol necesaria como para enjugar la exigua diferencia.

Esta vez no iba a ocurrir, como la campaña pasada, que la Real remontase, aunque fuese in extremis, y acabó con una racha de nada menos que una docena de envites sin perder frente a los bermellones. Solo apretó en el último cuarto de hora -antes de eso, los anfitriones pudieron cerrar el encuentro-, con algunos detalles de los recién llegados Sucic y Oskarsson. El tándem Arrasate-Alkiza que, junto a Lumbreras, se forjaron como técnicos de Primera en el banquillo txuri-urdin hace más de una década, se llevó el gato al agua.