Pedro Almodóvar: «La alternativa a no hacer cine es el vacío»
La 72ª edición de Zinemaldia ha entrado ya en su recta final. El auditorio del Kursaal fue escenario ayer de la ceremonia de entrega del Premio Donostia a Pedro Almodóvar. «Mi pasión por el cine me ha salvado de muchos peligros. Mi vocación es más fuerte que yo mismo», afirmó el director antes de que el público viera su última película, «La habitación de al lado», premiada en Venecia.

Pedro Almodóvar (Calzada de Calatrava, Ciudad Real, 1949) engrosa la larga lista de figuras del cine que han sido merecedoras del Premio Donostia. El actor Eneko Sagardoy ejerció de anfitrión en la gala. «Un actor tiene dos propósitos, estar en Zinemaldia y ser chica Almodóvar. Yo he cumplido solo uno, de momento», dijo en su presentación.
Antes de entregarle el premio, Tilda Swinton, coprotagonista de “La habitación de al lado”, le leyó una carta en la que alababa su compromiso por el cine, su ingenio y descaro, y su generosidad. También el hecho de que sea «fuente de inspiración para muchos». «Tu trabajo es bueno para el mundo», afirmó.
El director se mostró emocionado. «Es difícil mantenerse intacto en un momento tan emocionante. Lo voy a intentar. Me habéis demostrado un amor que no he concebido ni en el mejor de mis sueños», reconoció al tomar entre sus manos el galardón. Desde pequeño el cine le expuso «la realidad más real que la del pueblo en el que vivía». «Quería tener acceso a ello. Supe esperar. En los años 70 me fui a Madrid, solo, sin un duro. El propósito era más fuerte que mi propia voluntad. En 1981 pedí mi último permiso sin sueldo para rodar ‘Laberinto de pasiones’», recordó.
Almodovar hizo un elogio del cine. «No quiero enfatizar la épica de larga espera. Hubiera esperado lo que hiciera falta. Quiero contar la historia de mi pasión por el cine. Me ha salvado de muchos peligros. La vida y el cine me han dado mucho más de lo que soñé. El premio puede indicar el final del camino, yo no lo vivo así. El cine es una bendición o una maldición», afirmó, antes de señalar que ya ha pensado en el día en que le fallen las fuerzas. «Seguiré haciendo películas, malas, supongo, incluso a esto estoy dispuesto. La alternativa a no hacer cine es el vacío. Mi vocación es más fuerte que yo».
Contó que en las historias llevadas a la gran pantalla ha tratado de «imponer la mentalidad desde los márgenes. No he cambiado la sociedad, pero cuando me encuentro con alguien que me dice que una película mía le dio un nuevo impulso, todo cobra sentido. Creo que este oficio es el mejor del mundo, merecía la pena la entrega. La vida no tiene sentido sin cine», destacó.
LIBERTAD
«La libertad de mis personajes es reflejo de mi propia libertad, es lo que reflejan todas mis películas», indicó. Al término de su discurso de agradecimiento, una petición: «Hagamos lo posible porque las tragedias, el dolor, la mentira, la incomprensión, la falta de empatía, la injusticia social, el odio... todo lo negativo pertenezca a la ficción y la vida sea justa, en paz. Sé que pido demasiado, siempre ha sido así».
ABRIR LOS BRAZOS
Horas antes, ante los periodistas, reivindicó el mensaje de su última película de abrir los brazos al prójimo, en unos tiempos en los que la dirección en la que va la política mundial es la contraria. «Consideran que lo mejor es mandar a la Armada a expulsar a los inmigrantes, en muchos casos menores. ¿Niños invadiendo España? No tiene sentido. Es profundamente estúpido, tremendamente injusto. Mi película habla de abrir los brazos, este es su mensaje. La generosidad revierte primero en uno mismo. La España vaciada necesita mano de obra. Los inmigrantes deberían ser bienvenidos, harían que nuestro país rejuveneciera. Yo mismo también voy envejeciendo… Todo esto está en la película, espero que lo podáis ver», dijo
Tiene en su haber 23 películas. «Algunas son buenas, otras me gustan menos, pero todas son mías. Es un privilegio que desgraciadamente no todos los directores tienen», indicó. «El tiempo es muy cruel con el cine, en mi caso creo que me ha enriquecido. Tratar de ser uno mismo es lo mejor que se puede hacer».
«He ido cambiando casi de modo orgánico en cuanto a las películas y la vida. He tenido que elegir entre las emociones o la disciplina», reconoció.

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