Xole ARAMENDI
DONOSTIA
BASQUE CULINARY WORLD PRIZE 2024

Andrés Torres: «El hambre es el arma más poderosa para matar»

Andrés Torres recibió ayer el Basque Culinary World Prize 2024. El premio aplaude su labor al frente de su ONG Global Humanitaria, con la que acaba de volver del Líbano y de Palestina de repartir comida a los más necesitados. El galardón también reconoce su trabajo como chef del restaurante Casa Nova. Allí pone en práctica lo aprendido con diversas comunidades indígenas.

Andrés Torres, tras recibir el galardón.
Andrés Torres, tras recibir el galardón. (Andoni CNELLADA | FOKU)

Andrés Torres (Barcelona, 1968) acudió ayer a Donostia para recibir de manos del lehendakari, Imanol Pradales, el galardón Basque Culinary World Prize 2024. Los 100.000 euros del premio ya tienen destino: «Quiero seguir creciendo en los comedores sociales en Perú. Y también quiero volver al Líbano para seguir entregando comida a desplazados que llegan del sur del país a Beirut», explicó a GARA.

Dejó las redacciones de televisión y las emisoras de radio y se comprometió a contar los conflictos bélicos in situ. Pero su labor como corresponsal de guerra no era suficiente. Dio un paso más. Decidió proveer de alimentos a los que más sufren. Para ello fundó la ONG Global Humanitaria hace tres décadas. Las cifras de sus proyectos reflejan la envergadura del campo de acción de este activista. Trabaja en favor de la seguridad alimentaria en diez países y cuenta con más de 200 comedores sociales.

Acaba de llegar del Líbano y de Palestina. «Sobrevolé Gaza con un avión para tirar toneladas de comida. Era un Hércules del Ejército jordano y al abrirse la compuerta de atrás me acuerdo de la imagen de los gazatíes debajo -se ve una parte que está destruida-. Era impresionante cómo gritaban al ver caer los paquetes de comida. ¡Qué emoción!».

«Por ejemplo en Jerson habían volado un puente los rusos para que los ucranianos no entraran. Se veían los rusos una vez pasado el puente. Habían sido 14-15 horas de camino hasta Jerson. ‘¿Cómo vamos a repartir la comida en camiones?’, me dije. ¡En la zona hay prorrusos, cuidado! Le pregunto a uno, ‘¿tú conoces a aquellos?’. Me responde que sí y le pido que haga una llamada para que me den diez minutos para repartir la comida. Y lo consigo. ¡Ahí se ve la incidencia de la comida otra vez, hasta para parar guerras, aunque sea durante diez minutos!», continuó.

Lo tiene claro: «El hambre es el arma más poderosa para matar. La alimentación es muy importante en aquellos países en los que hace falta ayuda». Ha visto la cara del hambre en numerosas ocasiones. «Pero como lo he visto en el Líbano en mi último viaje... la gente diciéndome ‘tengo hambre’... esa mirada no se me va a olvidar nunca. Es duro e impactante verlo. La comunidad es importante para que la gente pueda sobrevivir», afirmó.

Hace quince años hubo otro punto de inflexión en su vida. Abrió el restaurante Casa Nova en el Penedés (Catalunya). «Solo son cinco mesas, y trabajamos mucho la sostenibilidad. En 2022 nos vino el reconocimiento con la estrella verde de Michelin. Me lo tomé en serio y ahora me toca cocinar todos los días», comentó, entre risas. Relata con naturalidad su día a día, que de habitual tiene más bien poco. «Nada ha sido premeditado, ha salido así». Ha sido testigo de innumerables conflictos, y cree que todo sigue igual. «Es lo mismo una guerra hace 30 años y hoy. Hay muertos, hambruna e intereses políticos, no ha cambiado nada».

¿Cuál fue el primer viaje en el que toma conciencia de que el camino a seguir es garantizar que la población civil tenga alimentos? «Fue en Colombia. Me quedé tirado en una lancha en el barro con un chico de allí. Yo iba a visitar la zona de Salahonda, donde viven 700 familias. Me quedé unos días allí y vi qué comían. Cuando se va el agua de los manglares sacan una especie de almejas. No tenían escuela, ni luz, solo un generador. En esa zona los campesinos tenían sus pequeñas tierras que la guerrilla se los querían quitar para cultivar la coca. Pensé que tenía que hacer algo. Me quedé a vivir allí una temporada».

NO DESDE EL DESPACHO

Afirmó a este diario que «no ayuda desde un despacho». «Eso de ‘toma pan que me voy, que vivo muy bien’ no va conmigo».

Global Humanitaria tiene diversos proyectos, entre ellos Protect, desarrollado en colaboración con el FBI e Interpol. «Es un proyecto durísimo, no te puedes imaginar», recalcó. «Es único en el mundo. Está ubicado en Camboya y en Cartagena de Indias, en Colombia. Mi equipo persigue a pederastas que intentan o abusan de menores. Tenemos convenios con la Policía local. Hacemos seguimiento de 24 horas de personas sospechosas. Llevamos más de 500 condenas. También nos encargamos de la ayuda psicológica a los menores en un centro de acogida que tenemos», contó.

La mochila se va cargando de vivencias duras. ¿Cómo es el regreso a casa? «Últimamente me está costando asimilar lo que veo. Es lo que he hecho toda mi vida pero... estoy inquieto durante una semana. No duermo... Llegué del Líbano y Gaza hace quince días y he empezado a dormir bien hace dos días».