Biden envida ante el órdago nuclear de Putin
El todavía octogenario inquilino de la Casa Blanca parece haberse desperezado tras un letargo de meses, desesperante para Kiev, y encadena, uno tras otro, permisos para que Ucrania utilice sus misiles de alcance y sus minas antipersona.
Seguro que tanto Trump como Putin, que lo habían dado por amortizado, echan ya de menos la apatía en la que se sumergió tras verse obligado a retirar su candidatura tras dar muestras de senilidad.
Convendría recordar que, pese a la pausada experiencia que dan los años, hay estadios en la edad de una persona que pueden llevarle a tomar decisiones y acciones peligrosas. Más si es el mismísimo presidente de la aún primera potencia mundial.
No menos peligro tiene la posible reacción del presidente de un país potencia nuclear que invade otro país convencido de la victoria por su aplastante superioridad militar, económica y demográfica. Y que ve cómo este último recibe un creciente apoyo de sus rivales para evitar su capitulación.
No es la primera vez que Putin blande la amenaza nuclear. Ya tras la anexión de Crimea en 2014 avisó que defendería que la estratégica península siguiera siendo rusa incluso con su arsenal nuclear. Tres días después del inicio de la invasión de Ucrania, el 27 de febrero de 2022, puso en alerta máxima el sistema de misiles nucleares rusos.
En marzo de este año 2024, el inquilino del Kremlin advirtió de que Moscú «está preparado técnicamente» para una guerra nuclear. En agosto, tras la incursión del Ejército ucraniano en la región fronteriza de Kursk, Putin anunció la modificación de la doctrina nuclear que firmó el pasado martes tras conocerse el giro de Biden en su apoyo a Kiev.
Era la primera vez que Rusia veía ocupado suelo ruso desde la invasión nazi y la primera en que un país no nuclear invadía territorio de una potencia atómica.
Ahora, Rusia replica anunciando que puede atacar con armas nucleares a un país que no las tiene (Ucrania), pero que es apoyado por otros (EEUU...) que sí las poseen.
Tampoco es la primera vez que una potencia nuclear amaga con un ataque nuclear. EEUU lo perpetró contra Hiroshima y Nagasaki en 1945 y se planteó repetir en la crisis con China en torno a Taiwán, en la Guerra de Corea en los años cincuenta, y con motivo de la crisis de los misiles de Cuba y la guerra de Vietnam en los sesenta.
Rusia, entonces la URSS, también planeó utilizar el arma nuclear en la Guerra de Suez (1956). Israel hizo lo propio en la Guerra de Yom Kipur en 1974.
No fueron pocas las veces en que EEUU y la URSS acariciaron el Teléfono Rojo por errores de Inteligencia.
Es de esperar que estemos ante otro ejercicio de disuasión nuclear o de ambigüedad estratégica.
La escalada en torno a Ucrania es evidente. Y que el arma nuclear es la última, pero no la única, arma. Rusia, primero, y EEUU han dado sobradas pruebas de ello.

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