Conforme el cielo se entristece a base de borrascas y humos suspendidos en la niebla, la posibilidad de una salvación metafísica encuentra una vía de expresión sentimental. Hay que leer y releer con mucha cautela las declaraciones de Angela Merkel para hacerse un idea medianamente aceptable del contexto en el que vivimos, de la geopolítica en tiempos de trumpismo desatado, del futuro inmediato y de la cantidad de dinero que vamos a gastarnos en loterías. Un compendio de aciertos y errores nos puede llevar a las puertas del espasmo.No está mal intentar encontrar en cada opinión, entrevista, proclama, artículo o confesión un juego secreto de autodefinición subconsciente. Desligar lo que en términos de comunicación política o partidista se podría calificar como definiciones al peso. O al paso. Para no enredarnos en matices y sutilezas exógenas que exceden de los argumentarios que no queda claro si los elaboran una inteligencia artificial, o un empleado artificioso de dudosa inteligencia funcional, situemos el marco referencial en lo concreto.Si una manifestación compuesta por falangistas y otros autoritarios de brazo en alto, va desde la sede del PP a la del PSOE en Madrid sin que nadie intervenga, nos obliga a situarnos con claridad, y no es suficiente con no ser fascista, sino que hay que ser radicalmente antifascista. Y ejercer de ello de manera causal, siempre y en todos los ámbitos. No hay males menores, este es un mal absoluto, terminal, un tumor con demasiadas metástasis que se extienden por togas, portavoces, tertulianos y púlpitos. Autodefinidos.