Escrutinios minusvalorados
El pasado domingo se celebraron elecciones en Rumania y Uruguay. En el país con la capital más austral del mundo y cerca de tres millones y medio de habitantes ganó la presidencia un representante del Frente Amplio, la agrupación de partidos que aupó a José Mujica hace unos años a la presidencia. Yamandú Orsi es su discípulo y protegido. Tras cuatro años con gobernación de derechas, la población ha preferido volver a una suerte de alineación con la Iberoamérica más esperanzadora y solidaria. Lo más llamativo es que rompe en el Mar de Plata con la motosierra ultra de Milei.
En Rumania, con cerca de veinte millones de habitantes, han tenido unos resultados en la primera vuelta algo sorpresivos, ya que el partido gobernante ha quedado en tercera posición y se disputarán el balotaje del próximo día ocho de diciembre el candidato independiente Calin Georgescu, un religioso, proteccionistas y ultranacionalista, cercano a las tesis de Orbán y Putin, que se enfrentará a Elena Lasconi una antigua periodista de centroderecha reformista del partido Unión Salva Rumanía (USR). Rumania pertenece a la Unión Europea y a la OTAN, un dato a tener muy en cuenta dada su situación geopolítica para entender las votaciones de la segunda ronda y la pretensión de abandonar la organización militar si gana Georgescu.
En ambos casos, los partidos que gobernaban han perdido el poder, se abren nuevas expectativas y se comprueba otra vez que hay escrutinios que se intentan convertir en importantes y trascendentes y otros que se miran con una displicencia robótica.

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